Entre el 24 de diciembre y el 1 de enero, aunque parezca mentira, los españoles nos gastaremos 30 millones de euros en mensajes sms de felicitación. ¡Qué ricos somos...!
Hay mensajes para todos los gustos: Tiernos, ocurrentes, cómicos, contra políticos, referentes al sexo, al consumo de alcohol y drogas, etc...
Pero los peores y más chorras son los pseudo-poético-filosóficos de exaltación de la amistad, como: "El caudaloso rio de mi amistad desemboca en un oceano de amor, en el que se vierte el profundo deseo de tu felicidad, y bla, bla, bla..."
Lamentablemente, estos últimos sms tan ridículos o cursis, tienen mucho éxito y son los más reenviados. Por lo que no es sorprendente que nos llegue varias veces repetido el mismo mensaje.
Hay mensajes para todos los gustos: Tiernos, ocurrentes, cómicos, contra políticos, referentes al sexo, al consumo de alcohol y drogas, etc...
Pero los peores y más chorras son los pseudo-poético-filosóficos de exaltación de la amistad, como: "El caudaloso rio de mi amistad desemboca en un oceano de amor, en el que se vierte el profundo deseo de tu felicidad, y bla, bla, bla..."
Lamentablemente, estos últimos sms tan ridículos o cursis, tienen mucho éxito y son los más reenviados. Por lo que no es sorprendente que nos llegue varias veces repetido el mismo mensaje.
Dicen los científicos que, las próximas generaciones, debido a que los humanos nos pasamos el día tecleando, los pulgares de las manos experimentarán una especie de mutación para adaptarse a un sistema de vida totalmente digitalizado.
Los pulgares se alargarán unos centímetros, para facilitar el tecleo en múltiples aparatos de uso cotidiano. De momento se están dando muchos casos de tendinítis.
Seguramente, además de los pulgares, también se alargarán los dedos meñiques de las manos debido a esa absurda y vulgar manía de extender pulgar y meñique cada vez que se menciona la palabra "teléfono". Como si el interlocutor fuese un sordomudo.
Imagino, que estas mutaciones facilitarán también la tan común y asquerosa práctica de hurgarse en los orificios nasales y auditivos, durante la espera al volante, a que el semáforo se ponga verde.
Seguramente, además de los pulgares, también se alargarán los dedos meñiques de las manos debido a esa absurda y vulgar manía de extender pulgar y meñique cada vez que se menciona la palabra "teléfono". Como si el interlocutor fuese un sordomudo.
Imagino, que estas mutaciones facilitarán también la tan común y asquerosa práctica de hurgarse en los orificios nasales y auditivos, durante la espera al volante, a que el semáforo se ponga verde.
Foto Vernhart via Flickr.
No hay comentarios:
Publicar un comentario