jueves, 21 de febrero de 2008

MEJORAR IBIZA


(Recomiendo ver el vídeo de 17 minutos, que edité en 2007, al final de este artículo, y dividido en 2 partes).
Si le dan 500 dólares a un indígena pobre, que vive en una cabaña hecha con las ramas de una palmera, a la luz de un candil, sin agua corriente, y que no conoce aún el plástico ni la basura, lo primero que hará, por falta de cultura, es poner uralita en el techo de su cabaña, iluminarla con un neón, y comprar botellas de agua de plástico, para no tener que ir nunca más al río con su artesanal recipiente de arcilla sobre la cabeza, para buscar agua.

Si mucho antes de recibir el dinero, el indígena hubiese recibido educación, pondría esa misma horrible uralita pero, para no destrozar la estética de su choza, la cubriría con palmas, iluminaría su vivienda con unas bombillas, y no tiraría al suelo, en la misma puerta de su vivienda, las botellas de plástico vacías, generando basura.
Gracias a la educación recibida, mejoraría su nivel de vida, y aprendería a no destrozar el sencillo encanto de lo autóctono.

Yo también viví, muchos años, en una casa payesa muy antigua, sin luz, ni agua, ni teléfono. Pero fue tal mi respeto por la arquitectura ibicenca, que yo, muy joven entonces y sin medios económicos, conseguí que aquella casa, tan auténtica e iluminada con luz de velas, apareciese en libros de arquitectura, revistas de decoración y programas de televisión.

Hoy día, esa casa, que admiraron incluso personajes de renombre internacional, ha sido remodelada y destrozada por su dueño, un encantador payés que está orgulloso de su atroz interiorismo. Y que, para colmo, ha convertido los viejos corrales en un bloque de apartamentos de tercera.

Ya nadie publicará una sola imagen de esa casa, como no sea para que sirva de ejemplo de lo que no hay que hacer. La casa, con varios siglos de antiguedad, valía una fortuna. Ahora no vale casi nada.

La fealdad de la gran mayoría de lo que se construye en la isla es impresionante. Por falta de un orden urbanístico y sensibilidad estética, casi todo parece un polígono industrial. Y muchas zonas costeras, que habían sido paisajes paradisíacos, están ahora invadidas por moles de cemento, que son un insulto al Mediterráneo.

En los años 60, el prestigioso arquitecto Ricardo Bofill, hizo su primera casa en Es Canar, y le gustaba tanto la arquitectura ibicenca, que estuvo a punto de instalar su estudio en Ibiza. En una ocasión me dijo textualmente: “Han convertido la ciudad de Ibiza en un suburbio tercermundista”.

Al propio Presidente del Consell de Ibiza y Formentera se le escuchó decir un día:
“A Ibiza ha llegado antes el dinero que la cultura”.

¡Y que lo diga Ud., Sr. Presidente! Cuando yo me instalé en Ibiza, a principio de los años 60, la isla era muy pobre, pero la belleza de su arquitectura cubista, la tranquilidad de sus playas vírgenes, y la hermosura de su campo, tan naïf, eran una maravilla. Un paraíso a tan solo media hora de vuelo de la península.

Si en Ibiza se hubiese invertido a la vez en cultura, se hubiesen hecho las cosas con más respeto por la naturaleza, y por la idiosincracia de la isla, se hubiese podido ganar mucho más dinero, sin estropear el paisaje.

Hace unos días vi la errónea remodelación de la calle principal de Santa Gertrudis. Otro pueblo ibicenco que perderá su encanto, por no dejarlo como estaba. Hoy día, Quevedo, tendría que actualizar su famosa frase, que diría: "Poderoso caballero es Don Cemento".

Yo recuerdo a las ibicencas trabajando los campos, vestidas con sus faldas largas, y con sus cabellos recogidos en una trenza. Y recuerdo también a los hombres desplazandose en unas Mobilette destartaladas.
Hoy les veo conducir lujosos todoterrenos y coches carísimos. Y ya no viven en sus señoriales casas payesas. Las vendieron para construir unos edificios de una fealdad impresionante.

Me congratula que un pueblo pobre se enriquezca, pero me enfada que, por falta de cultura, como dice su Presidente, los ibicencos no hayan sabido emplear con buen gusto su dinero. A unas personas que no tenían ni lo más indispensable para la higiene en sus viviendas, que lindaban con los corrales de los animales, cualquier edificio de varias plantas con un ascensor les parece el Palacio de Versalles.

Por eso Ibiza, tan llena de posibilidades, muere en invierno, y solo resucita con el sol del verano, para disfrute de bañistas y discotequeros, con marcha infinita, vomitera y colocón.

Los que de verdad amamos a Ibiza, y nos empadronamos en ella sin el más mínimo ánimo de lucro, tenemos todo el derecho al pataleo, aunque no sirva para nada.

Lo que hizo la Naturaleza era una maravilla, pero lo que el hombre construyó encima es un verdadero desastre. Por ello recomiendo ver el video: “Ibiza. Encanto y Desencanto”, que acabé de rodar en el año 2007. Lo hice, con el mejor proposito, para el Presidente del Consell y la Alcaldesa de Ibiza.

Lamentablemente no obtuve ni el acuso de recibo.




1 comentario:

Dave dijo...

Carlos, soy un barcelonés que ha hecho de Ibiza su residencia "oficial" en España desde hace muy poquito (vivo y trabajo en Brasil de 8 a 9 meses al año). Hace 5 ó 6 años llegué por primera vez y me enamoré perdidamente de esa maravilla que son las Pitiusas. No me puedo imaginar lo que debió ser descubrirlas hace más de 20 ó 30 años... La degradación que he notado estos últimos años ha sido tan acelerada que me resisto a pensar que no podemos hacer nada para pararla. El tema del olor de las depuradoras es insufrible. Desde Es Canar hasta Vila el hedor que golpea tu nariz en varios tramos es algo que no puedo comprender. ¿Cómo la gente responsable de esas infraestructuras está dejando que eso suceda? Te animo a que continúes luchando por hacer pública la protesta de todos los que amamos esta isla desde tu posición de persona respetada y muy querida en Ibiza y fuera de ella.
Un abrazo desde Brasil.
David