LA DUQUESA:
En 1967, tras negarme a hacer las milicias universitarias, fui sorteado como soldado raso, y tuve la suerte de ser destinado a la región militar de Baleares, para hacer el servicio militar obligatorio. Y digo suerte, porque Ibiza pertenece a esa región, y porque la esposa del, entonces, Gobernador Civil de las islas era prima de Carmen Rubio de la Riva, mi madrina de bautismo. El enchufe, pues, estaba garantizado...

Rapado casi al cero (ahora estaría de moda, pero entonces, en los años hippys, resultaba espantoso), me incorporé a filas en el campamento C.I.R. 14, en Son Dureta.
Aquella fue toda una experiencia. Yo dormía en un barracón pestilente, en un jergón de paja sucia, sobre un somier metálico y ruidoso. Y, hablando de ruidos, por las noches se escuchaban todo tipo de ruidos: lloreras, toses, pesadillas en voz alta, peleas, sonoras ventosidades y masturbaciones aceleradas.
Muchos de mis compañeros de mili eran pobres analfabetos, y la bazofia del rancho y el cutre barracón les parecían todo un lujo. Duchas y letrinas comunitarias incluídas. Algunos me llamaban "El profesor", porque me veían leer libros, y porque protegía a los más burros, que eran víctimas de algunos abusones.
Este es Antonio, un pobre pastor de ovejas analfabeto, al que protegí especialmente. Recuerdo que lloró el día que nos destinaron a lugares distintos. Y que, siempre que un superior le preguntaba algo, llevándose la mano a la garganta, decía: "¡Ay, la hostia! Se ma hecho un núo". Y con la escusa del "nudo" en el gaznate no contestaba nunca.
Pero no todo eran personajes de la España profunda. En el C.I.R.14 hice buenas migas con otros reclutas de Barcelona, como Tote Marcó y José Luis Marín.
Finalmente, llegó el dia de la jura de bandera. Recuerdo que asistieron mis padres, que seguían disgustados conmigo, y unas cuantas amigas.
Y esa misma tarde de la jura de bandera, fuí a la casa del Gobernador de Baleares, y conseguí mi anhelado enchufe: ¡Chofer de la Duquesa del Infantado!
En la foto, Plácido Álvarez Buylla está jugando con su perro. Y mi amiga Marjo Vidal-Ribas y su padre están en la foto, porque habían viajado para presenciar la jura de bandera.
El Capitán General de las Islas Baleares era, por entonces, el Duque del Infantado. Iñigo de Arteaga y Falguera, casado en segundas nupcias con la Marquesa de Salamanca, era un señor de los pies a la cabeza. Y Cristina Salamanca es una mujer adorable. Conduje su coche solo un corto periodo de tiempo.
La Capitanía General estaba, y creo sigue estando, en el Palacio de la Almudaina. Yo me presentaba allí por la mañana, sin uniforme y con el pelo que me crecía irreglamentariamente. Ambrosia, el ama de llaves de los Duques, me daba un desayuno. Luego acopañaba a la Duquesa a hacer recados o a pasear a Patsy, un simpático cocker spaniel.
Cristina Salamanca fue adorable conmigo, pero supongo que tenerme como chofer la incomodaba. Pues la acompañaba a casas de amigos comunes y no me quería dejar en el coche.
Al poco tiempo, en Capitanía, me dieron permiso para "desaparecer", con la condición de que no abandonase la región militar. Y así acabé instalado en Ibiza.
LAS PASTILLAS:
Unos meses más tarde, la Duquesa del Infantado me pidió que montase un stand con ropa de las boutiques hippy de Ibiza, para vender en un mercadillo benéfico en Palma. Y cargué una camioneta militar con pareos, gilabas, bolsos y demás.
Durante esos días, los entonces Príncipes de España, acompañados por el Capitán General y su esposa, fueron invitados a visitar el portaaviones americano Saratoga. Antes comieron en Capitanía, donde fui presentado a Don Juan Carlos y a Doña Sofía.
Visitando el portaaviones, la Duquesa del Infantado se mareó y el Almirante americano le dió un vaso de agua con un par de Buffered Aspirines. Unas enormes pastillas blancas de aspirina efervescente, un medicamento que no existía en España, pues estamos hablando de finales de los años 60.
A Cristina Salamanca le sentaron muy bien esas aspirinas, y el Almirante hizo que cargaran en su coche tres grandes paquetes de cartón repletos de cajas de Buffered Aspirine.
-Mira Carlos- me dijo la Duquesa- no sé qué hacer con tanta aspirina. Pónlas a la venta en el stand ibicenco del mercadillo benéfico.
Y así lo hice. Vendí toda la ropa, pero ni una sola aspirina. Entonces la Duquesa me sugirió que me llevase a Ibiza un paquete entero, que contenía unas 60 cajas de aspirinas, para repartir entre mis amigos.
Repartí unas 10 cajas y guardé las restantes, en su embalaje de cartón, debajo de la cama de casa de mi amigo Juan Carlos Herrera, donde yo pasaba una temporada. Unas semanas más tarde yo me instalé en mi nueva casa, y Juan Carlos alquiló la suya. Y ambos olvidamos que, debajo de la cama, quedaban escondidas las cajas de pastillas de aspirina efervescente.
LA DETENCIÓN:
El inquilino francés de Juan Carlos era el dueño de la boutique "Sing Sing". El joven trapicheaba con heroína y la consumía. La Guardia Civil, que le vigilaba, fue a registrar la casa que había alquilado.
El sargento Anastasio (nunca olvidaré ni su nombre, ni su cara), que era un hombre enjuto, bajito, con gafas y una mirada muy desagradable, se frotó las manos al descubrir, debajo de la cama, "un importante alijo de droga prensada". El drogata francés, muy sorprendido por el hallazgo del paquete (no debía pasar mucho la fregona por debajo de los muebles...), fue detenido y conducido al cuartel de la Benemérita, presidido por el lema "Todo por la Patria".
Allí, el francés aseguró que él no tenía nada que ver con el alijo, e hizo responsable del paquete a Juan Carlos Herrera. Y, como era lógico, Juan Carlos se sacudió la responsabilidad, que recayó seguidamente sobre mí.
Y así empezó un tremendo lío. Yo había organizado una fiesta de blanco en la discoteca "Lolas", que era la única discoteca en Ibiza, y estaba bailando en la pista cuando llegó para detenerme la Guardia Civil.
En la foto: Mi amiga americana Sharon. Su aparatoso embarazo inspiró el título y un capítulo de mi novela "Réquiem por Peter Pan". A su lado baila la bella Maria Sheriff. Y yo, que seguía con el pelo corto, iba en gilaba en el momento de la detención. ¡Qué vergüenza! Por lo menos puse de moda las fiestas de blanco.
Una vez en el cutre cuartel, me sentaron frente a un guardia con una maquina de escribir del año de la polka, para proceder al interrogatorio. Recuerdo que, en la pared, colgaba un mapa mundi con dibujos de las drogas que se cultivan en cada país. Un bodegón alucinógeno. Como yo era del todo inocente, estaba bastante tranquilo. Miré fijamente al guardia, que se disponía a tomarme declaración, usando solo dos dedos en su máquina de escribir, y pensé: "Preparate chato porque vas a flipar...". Y empecé con una imparable letanía, llena de nombres del más alto nivel.
-El Capitán General de Baleares, Don Iñigo de Arteaga y Falguera, Duque del Infantado, su esposa la Duquesa del Infantado, Marquesa de Salamanca, y Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias, Don Juan Carlos y Doña Sofía, invitados por el Almirante del portaaviones Saratoga, y bla, bla , bla... Así, hasta acabar responsabilizando de la propiedad de la "peligrosa droga" a la esposa de su máximo superior militar.
Los guardias civíles no daban crédito. De entrada pensaron que yo deliraba. Y el mecanógrafo, con cara de bobo, dejó de teclear. Pero, cuando a mi rocambolesca y rimbombante historia, añadí que podían llamar también al Gobernador de las Islas Baleares, Don Plácido Álvarez Buylla, que había sido la persona que me había presentado a los Infantado, el sargento Anastasio arrancó furibundo el papel de la máquina de escribir, y dijo que me largase, y que si aquello eran aspirinas, entonces se trataría de un delito de contrabando.
-Descuide. Se lo comunicaré de su parte a la Duquesa. Buenas noches- dije saliendo del cuartel.
Rara vez he tenido un subidón tan fantástico como el de aquel día, en que fui confundido con un traficante de drogas. Cada vez que me encuentro con alguno de los descendientes del más señor de todos los militares, le recuerdo esta divertida anécdota.
Ortega y Gasset escribió: "Yo soy yo y mi circunstancia; y si no la salvo a ella no me salvo yo".
Fotos: Carlos Martorell. Y via Flickr: Steve h, rium, currante.