domingo, 30 de marzo de 2008

APELLIDOS VERGONZANTES



Como si fuese una vergüenza llamarse Pérez, Fernández o Rodriguez, los medios informativos eliminan por sistema esos, tan hispánicos, apellidos paternos de nuestros políticos.

Y se habla tanto de Rubalcaba, de De la Vega, o de Zapatero, que están consiguiendo que nos olvidemos de sus verdaderos apellidos, como si estos políticos fuesen hijos de padres desconocidos.

Por esta misma regla absurda, a Jordi Pujol, a Felipe González y a Mariano Rajoy deberíamos llamarles: Jordi Soley, Felipe Márquez, y Mariano Brey.

Aunque Felipe González no consentiría jamás que, en los telediarios, en la radio, en los periódicos, o en las revistas, se le llamase Felipe Márquez, por muy tipical spanish que sea su apellido paterno.

Hoy firmaré Carlos Oliveras, y me olvido del Martorell, como si fuese un conocido político con un apellido, por lo visto, vergonzante.

No entiendo por qué no se le llama Sr.Rodriguez a nuestro Presidente.

Fotos via Flickr: tinou bao, bruckerrlb.

jueves, 27 de marzo de 2008

ME ROMPI EL BRAZO EN IBIZA


Un importante y muy amable empresario del sector de la Moda me invitó a comer a su impresionante barco.

Me caí de mi bicicleta cuando me dirigía al puerto y, al verme llegar a su barco con el brazo derecho roto, este amigo se ofreció a llevarme a Barcelona, al día siguiente, en su avión privado.

En la foto estoy sentado en la sala de espera de los vuelos privados del aeropuerto de Ibiza.Las otras fotos no pertenecen a un set cinematográfico de una película de Almodovar, ni a los servicios de una gasolinera en Burundi. Aunque parezca increible son tres imágenes que tomé del interior del WC de la sala de espera, destinada a los propietarios de aviones privados, y a su personal de vuelo.

Lo mejor de todo es el detalle hippy (estamos en Ibiza) de colocar un palito de incienso sobre el rollo de papel higiénico. ¡Qué nivel y qué triste imagen damos al turismo de calidad, que tanto anhelamos!

La experiencia de vivir solo y con el brazo derecho totalmente escayolado, en forma de L, no se la deseo a nadie. Estoy escribiendo este texto con el dedo índice de la mano izquierda.

He recibido un montón de ofertas de simpáticos amigos y, por supuesto, de mi familia para que me instale en sus casas. Y hay waiting list para bajarme y subirme la bragueta. Pero he rechazado las generosas ofertas porque no puedo dejar de trabajar, y porque hace 41 años que vivo solo, y he presumido siempre de independencia total y autosuficiencia. Y yo siempre predico con el ejemplo.
No puedo cerrar la nevera. Y no por culpa de mi fractura, sino por la cantidad de alimentos que tan amablemente me llegan de unos y otros.

Duermo mal, me lavo con muchísima dificultad, voy vestido como si acabase de bajarme de un cayuko, y dedico un cuarto de hora a cada acción a la que, normalmente, dedicaría 10 segundos.

Además, no puedo escribir a mano, por lo que no puedo firmar talones, ni usar una tarjeta de crédido. Y durante un mes no podré conducir ni mi coche, ni mi moto.

Pero poco a poco me voy manejando. Ayer, por ejemplo, abrí un bote de mermelada con los piés. Si la cosa se alarga acabaré pintando postales con la boca o con los pies, para beneficencia.
Ayer me crucé con un joven que iba en silla de ruedas, y tomé conciencia de la poca gravedad de mi problema.

¡Santa paciencia!
Fotos: Carlos Martorell.

martes, 25 de marzo de 2008

HOLI. EL TRIUNFO DEL BIEN SOBRE EL MAL

El Festival Holi anuncia la llegada de la primavera en India, y especialmente en el Rajasthan, se celebra de este modo el triunfo del bien sobre el mal.

Yo no tenía ni idea de esta celebración y paseaba tranquilamente por Udaipur. Me sorprendió ver que todas las puertas y negocios estaban cerrados, y que no se viesen mujeres ni turistas por las calles.
Unos días antes, había visto que, en todas partes, se vendían montones de polvos de multiples colores, y pensé que eran tintes para la ropa. Y también vi muchas hogueras.

Al poco rato vi aparecer una muchedumbre enloquecida, con la ropa y las caras coloreadas. Muchos iban borrachos como cubas, vociferando y lanzándose entre ellos, con mucha agresividad, esos polvos de colores que había visto y fotografiado en días anteriores.
Creí estar alucinando, o en una pesadilla de muertos vivientes. Las calles se llenaron de hombres. Aparecían por todas partes, y un grupo de unos 30 se abalanzó sobre mí, frotándome la cara y el cuerpo con esos tintes, y arrancándome la camisa.

Quedé cegado durante unos minutos, y estuve tosiendo durante mucho rato, pues me habían llenado la boca con aquellos asquerosos polvos. Creí que no lo contaba. Por suerte llegaron dos policías en mi ayuda.
Y luego me informaron: El Festival Holi marca el final del invierno. Se celebra desde tiempos inmemoriales, pero ha degenerado en una orgía de locos.

En el Shuleti, día siguiente a la quema de hogueras (holi significa quemar), las personas se abrazan y se desean happy holi, lanzándose y frotándose, unos a otros, el llamado Gulal y el Abreer. Lo que debería ser un gesto amable para celebrar el triunfo del bien sobre el mal, se convierte en una batalla campal en la que los hombres dan rienda suelta a la locura y el desenfreno.

Muchos van provistos de unas enormes jeringas metálicas con líquido coloreado. Otros lanzan globos llenos también de esos tintes. Incluso algunos lanzan cubos desde las ventanas sobre los enloquecidos transeuntes. No se libran ni las vacas sagradas. Las puedes ver de todos los colores.
No solo es una pesadilla eliminar esos tintes de la piel y del pelo. Esos polvos pueden ser muy nocivos pues se obtienen de componentes tóxicos, como el sulfato de cobre, el bromuro de aluminio, el óxido de plomo, o el sulfato de mercurio. Por lo que las consultas de los médicos se llenan después del Holi.
Yo me apredí una lección: Eso de que el bien triunfa siempre sobre el mal es un cuento de colores.

Fotos: Carlos Martorell.

domingo, 16 de marzo de 2008

EL HOMBRE Y EL OSO


NI TANTO

NI TAN CALVO

Dice un obsoleto y cavernícola refrán: "El hombre y el oso, cuanto más peludo más hermoso".
Desde hace unos cuantos años la Moda nos vende la imagen de un hombre totalmente depilado. Con suerte le queda el pelo de las cejas, perfiladas con esmero.

Esta afeminada obsesión por eliminar de todo el cuerpo el folículo piloso, obliga a estos narcisos ( hoy llamados "metro sexuales") a someterse a la fotodepilación, a sesiones varias de láser, al arrancamiento con cera, al constante uso de cremas depilatorias, o a la esclavitud del afeitado corporal casero, que deja un tacto de culo de pollo desplumado.

Pero la Moda es caprichosa y pendular. Por eso, ultimamente, están aparenciéndo algunos anuncios publicitarios con modelos luciendo unos pectorales y una axilas con algo de pelo.

Hace tiempo que el cuidado estético ha dejado de ser patrimonio de las mujeres, pero, como decía en mi primera novela "Réquiem por Peter Pan": In medio virtus. En el término medio está la virtud.

Me parece muy bien que un hombre, con demasiado vello en el cuerpo, como el oso del refrán, lo elimine, pero dejándo un poco en las axilas, pecho y piernas, para no parecer una sexy damisela.

¡Pensar que hace solo 50 años se consideraba una mariconada el uso de una crema corporal, o incluso el ponerse colonia!

Recuerdo que, en los años 60, fui duramente criticado en el ámbito familiar porque me compré un jersey negro de cuello alto. Hoy veo incluso a futbolistas convertidos en fashion victims, luciendo joyas, depilados, teñidos, con peinados imposibles y moños, y adictos a la cosmética.

¿Qué insultos me hubiesen dedicado a mí si, en aquellos represores años, me hubiese puesto un jersey rosa como el que lució Aznar, en la última campaña electoral?

Pero volviéndo al tema que nos concierne: Parece que el vello, en su justa medida, vuelve, tímidamente, a ponerse de moda.
Porque, si tienes paciencia y sabes esperar, vuelves a estar de moda. Es la Ley del Péndulo.

Fotos via Flickr: sjaces, y launad.

jueves, 13 de marzo de 2008

FESTIVAL DE LA EUROFRIKIVISION

Nunca he sido un espectador del Festival de Eurovisión. Pero recuerdo los buenos tiempos en que un cantante, de la talla de Joan Manel Serrat, tenía que representar a España. Cosa que no ocurrió por culpa de la censura.

En su lugar lo hizo Massiel, que ganó con su chorro de voz, y vestida con un modelo de Alta Costura de Courrèges. Recuerdo también a Salomé, otra cantante profesional y ganadora del Festival, que lució también un modelo de Alta Costura, diseñado por Pertegaz.

Este año, España no enviará a Eurovisión a un cantante profesional. Este año nos representará un gran actor cómico, David Fernández. Y no precisamente ataviado con un modelo de Alta Costura, sino con un disfraz cutre, una guitarrita de juguete, y una peluca en forma de prominente tupé. El apodado Rodolfo Chiquilicuatre cantará el "Baile del Chiki Chiki".

Gracias a la promoción televisiva que ha tenido ese sketch musical, y a las votaciones por Internet, en myspacetv.com, lo que parecía un cachondeo propio del divertido programa de Buenafuente, o la canción del verano, se ha convertido en la rotunda ganadora para representarnos en Eurovisión.

Cuando me enteré me pareció todo un despropósito, y me dió la medida de los mediocres gustos musicales de nuestro país. Pero luego, cuando supe que a Irlanda la representará un tipo disfrazado de pavo navideño; que un personaje de casi 80 años representará a Croacia; que el representante de Bosnia cantará con un pollo vivo en los brazos; y que, para postre, otro grupo actuará disfrazado de pirata, me dije: ¡Viva el Chiki Chiki! ¡Y a ganar a todos esos personajes esperpénticos!

Eurovisión ha degenerado tanto que ya no es un Fesival de canciones. Es un circo. Un concurso surrealista de frikys y disfraces, donde cualquier mamarrachada tiene cabida. Y como ya no interesa seriamente a nadie, pues por lo menos que sirva como Festival del humor y la risa. Y para risas el Chiki Chiki es, sin duda, el mejor. Aunque desde el punto de vista musical la canción sea un bódrio.

Sería fantástico que, por no existir la censura, Serrat pudiese ir hoy al Festival de la Eurovisión a competir con el pavo, el pollo, el anciano y los piratas.

Aunque no es del todo cierto que ya no haya censura. La letra del Chiki Chiki sufrirá algún corte de tijera para hacerla "políticamente correcta".

Foto via Flickr: fenrique

viernes, 7 de marzo de 2008

SOFIA LOREN, UNA MORTADELA Y YO, EN EL HOTEL RITZ

A sus 70 años, Sofia Loren participa en el rodaje del musical "Nine", basado en la genial película"Ocho y medio", de Federico Fellini.

Y me viene a la memoria una divertida anécdota del día en que conocí a la exuberante Sofia Scicolone (así se llama en realidad la actriz) en Barcelona.

En 1971, en la película "Mortadela", dirigida por Mario Monicelli y producida por Carlo Ponti, Sofia Loren interpretó el papel de Maddalena, una napolitana que viajaba a Nueva York para contraer matrimonio con otro inmigrante italiano.

En la película, Maddalena llega a las aduanas del aeropuerto neoyorkino con una enorme mortadela que, por supuesto, no le autorizan a pasar. Maddalena permanece en un despacho de Inmigración del aeropuerto, durante varios días, armando un revuelo tremendo para conseguir el permiso para entrar aquel tremendo fiambre, de unos 8 kilos de peso, en los Estados Unidos.

Pero Maddalena pasa hambre y se va comiendo poco a poco la mortadela. Y cuando finalmente llega el permiso ya se ha zampado, prácticamente, toda la pieza.

Unos años más tarde, en 1979, Sofia Loren llegó a Barcelona para promocionar su libro "Vivir y amar", en el Corte Inglés, donde llegó a firmar 1.117 libros. La Loren iba acompañada por su secretaria y por su amiga, y vecina de apartamento en Paris, también llamada Sofia, esposa del Principe Fernando de Baviera. Las protegía un ejercito de guardaespaldas.

Tras varias y exhaustivas horas dedicadas a la firma de su libro, Sofia Loren fue recibida por una multitud de invitados, fans y periodistas en el Hotel Ritz. La actriz lucía unas preciosas joyas que destellaban sobre su vestido de terciopelo negro, que contrastaba con el traje blanco de Luis del Olmo, que ejercía de entrevistador.


Yo, entonces, vivía en Ibiza y, cuando iba a Barcelona para ver a mi familia, me instalaba en el Ritz. Debido a la gran amistad que tenía con Antonio Parés, Presidente del lujoso hotel, solo me cobraban la símbólica cantidad de mil pesetas diarias. ¡Un auténtico chollo!

Dos días antes de la llegada de la famosa actriz italiana, Antonio Parés me pidió que, en su nombre, entregase un ramo de rosas a Sofia Loren, durante la recepción que, si no falla mi memoria de elefante, pues ha pasado la friolera de 29 años, tuvo lugar en el Salón Imperial del hotel.
"Seamos más originales y divertidos", le dije a Parés. "Prefiero entregarle una de esas inmensas mortadelas, que parecen una bomba, como la de su película. Seguro que le hará mucha gracia". Antonio Parés aceptó con cierto recelo, pues no estaba al corriente de aquella película. Y cuando irrumpí sobre el estrado con aquel embutido tamaño XXL, dos guardaespaldas se abalanzaron sobre mí, creyéndo que la mortadela era un artefacto explosivo.

Alguien de entre el público, al retirarse bruscamente, hizo pedazos un valioso jarrón ochocentista. Por suerte la Princesa de Baviera vino corriendo en mi ayuda.
"Tranquilos. Es un amigo. Un compañero de colegio", dijo poniendo su mano sobre mi hombro. Sofia de Baviera resultó ser Paty Arquer, a quien yo no había vuelto a ver desde que íbamos juntos al Jardín de Infancia, en el colegio Luis Vives.

Así pues, recuperada la calma, pude finalmente hacer entrega de la enorme mortadela. Nadie entendió la broma, pero Sofia Loren estuvo encantada y se rió mucho.

Al día siguiente, en La Vanguardia, la prestigiosa periodista Maria Pilar Comín, me dedicó unas palabras en la columna que tituló "Ese personaje de fábula, llamado Sofia Loren":
"Carlos Martorell tuvo la chispa de regalar a la actriz una mortadela, que ella recibió visiblemente regocijada".