miércoles, 30 de enero de 2008

EL CALVARIO DEL RELACIONES PÚBLICAS





Hace 40 años que ejerzo la profesión de Relaciones Públicas. Una ardua tarea que consiste en promocionar marcas, empresas, productos, etc., organizando eventos de los que solo queda, algunas veces y como mucho, un vago recuerdo.
Hace 40 años, pues, que vendo humo. Un humo que ayuda a ascender a productos que no me pertenecen. Un humo que ayuda a engrosar la fortuna de mis clientes.

Conservo muchísimos vídeos, fotos y books con recortes de prensa, de mis inicios, donde pueden verse espectaculares decoraciones efímeras, originales montajes, shows, y actuaciones que organicé para distintos eventos.

Entre el año 70 y el 86, pasé todos los otoños en Nueva York, que es la mejor temporada. Fue en esa ciudad donde aprendí todo sobre mi profesión, mientras me dedicaba al periodismo, fotografiando y entrevistando a todo tipo de personajes, en fiestas privadas, en sus casas, o en actos de promoción.

En Nueva York aprendí a mezclar a la gente: Aristócratas, alta sociedad, artistas, intelectuales, periodistas, modelos, y personas nada famosas y sin poder adquisitivo, pero con una gran personalidad, con un físico impactante, o con un look original. Ese era el vanguardista cóctel neoyorkino, y es el estilo que pretendo aplicar siempre a todos los actos que organizo.

En esos años, los medios describían cada detalle de los eventos: la ubicación, la decoración, el catering, los shows , las actuaciones en vivo, y la lista de los asistentes.

Hoy día la cosa ha cambiado muchísimo. El montaje, por precioso e impresionante que sea, no interesa a los medios. Ahora interesan las caras famosas, muy a menudo, pagadas a altos precios.

Hoy día, el calvario del Relaciones Públicas empieza con el nuevo perfil de cliente que, por regla general, solo quiere invitar a personas con poder adquisitivo, sea cual sea su pinta. Y eliminan de los listados a unos que dan buena imagen, si no son potenciales clientes. Por esta razón, muchos eventos carecen del más mínimo glamour.
Un cursi dijo de mí, intentando que le encargaran una inauguración a otro Relaciones Públicas de mi competencia: “Carlos tiene el Don, pero no tiene el Din”.
Con esta relamida frase quiso decir que en mis listados había mucha gente “muy bien”, pero que en esos listados faltaba el nuevo dinero. Cosa incierta, pero que da una idea de cómo van los tiros en esta profesión…

Una vez firmado un acuerdo con el cliente, llega el momento de crear el tarjetón de invitación. Ahora impera una absurda moda que consiste en escribir, sobre cartulina negra, con tinta blanca, dorada o plateada, y una letra muy pequeña que resulta de difícil lectura. Un verdadero engorro para el invitado.

Para abreviar, pasaré por alto las reuniones con agencias de azafatas y las reuniones para diseñar la decoración, la iluminación, etc., para llegar a la prueba de catering. Algo que, para mí, se ha convertido en una verdadera tortura gastronómica.
Te sientas a una mesa, y te dan a degustar, primero, varios aperitivos, y luego unos 25 ó 30 platos de todo contenido y textura, seguidos de postres y bebidas.
Y como casi todos los caterings quieren emular la cretividad de El Bulli, sus pretensiones culinarias de rizar el rizo resultan demenciales: Pastetas varias sobre cucharas de sopa china, de modo que el invitado parece que está tomando una medicina; largas brochetas, cuyos palitos acaban tirados por los suelos y mesas; chupítos de contenidos misteriosos, en vasitos-tubo, que chocan con la punta de tu nariz. Montaditos que se desmontan en el momento de cogerlos, y que rezuman salsas y aceites que pueden manchar la ropa del invitado. Canapés demasiado grandes, a los que hay que dar varios mordiscos, y que si no gustan son abandonados sobre cualquier mueble, con la antiestética marca de la dentellada, etc.
He pasado media vida corrigiendo presentaciones de catering, con la consiguiente indigestión.

Luego llega el momento de enviar la invitación. El Correo es bastante desastre, y las empresas de reparto y las mensajerías tampoco funcionan muy bien, por lo que sufres durante varios días pensando que las invitaciones no están llegando a su destino.

En la invitación, cuando es nominal, consta un número de teléfono o un e-mail para confirmar la asistencia. En este país, solo un 20% de los invitados confirma. Conocer con tiempo el número aproximado de asistentes es importantísimo para el organizador pues, de ese número, dependerán: la cantidad de catering, vajilla, azafatas, mobiliario, luces, seguridad, etc.

Hay veces que es necesario llamar por teléfono a 500 personas. Y la secretaria de turno se cansa de oír: “Ahora no está el Señor”; "Llame mañana”; “Todavía no sé si podré asistir", o “No me ha llegado la invitación” (¡mentira, la tiene sobre la mesa y no se ha enterado, o la ha tirado, en un descuido a la basura!), etc.
Muy poca gente lee las invitaciones. Algunos, tarjetón en mano, te preguntan: “¿Y qué día es? ¿Y a qué hora es?”. Y otros se confunden de día y hora, y se presentan una semana antes.
Y también hay picaresca, pues siempre llama alguien, que no está invitado y, en un tono algo impertinente, se queja de no haber recibido aún la invitación, dándo por sentado que tenía que haberla recibido.

La convocatoria de prensa también tiene su jugo. La pregunta del millón es: “¿Qué famosos asistirán?”. Si el cliente ha contratado, a golpe de talonario, a unos famosos, puedes arriesgarte a dar sus nombres. De lo contrario es siempre un misterio, y no sabes que contestar.
Yo nunca he sido partidario de que el famoso cobre, tan solo por asistir a tomar canapés en un acto. El famoso debe cobrar solo cuando hace las veces de presentador, desfila sobre una pasarela, actúa, o es imagen de la marca del sponsor.

Lo que está claro es que, aunque el evento esté bien organizado y la marca sea muy buena, si no asisten rostros famosos, el acto no se mencionará en los medios. Una verdadera lástima.

Para mí, lo más odioso de los festejos de hoy día es el llamado: Photocall. Ese horrible panel en el que se ha estampado, hasta la saciedad, el logo de la marca del patrocinador, y que es lo único que aparecerá, del evento, en los medios de comunicación.
Yo estoy seguro de que los espectadores estarían encantados de ver imágenes de lo que pasa en la fiesta, la decoración de las mesas, etc., como si hubiesen asistido.

El horrible panel se ha hecho lamentablemente imprescindible para que los lectores o televidentes se enteren de quién patrocina el evento. Porque los reporteros, “alcachofa” en mano, interesados únicamente por la vida privada y los devaneos del famoso, no suelen mencionar, ni preguntar nunca nada sobre el producto que se está promocionando.

Muchos odian posar delante del photocall, al que llaman “El paredón”, y son expertos en el arte del escaqueo. Otros, delante de las cámaras, adoptan unas posturitas pretendidamente sexy que rozan el ridículo.

Al final solo cambia el panel con los logos, porque los famosos, acribillados por los flashes y abrumados por preguntas indiscretas, son casi siempre los mismos. Y, en consecuencia, muchas personalidades, realmente importantes, se niegan a asistir, hoy día, a actos a los que, hace unos años, acudían encantados.
El peligro reside en que, al paso que vamos, los medios acudirán a la inauguración de una churrería, si ha confirmado su asistencia el hijo gamberro de una folclórica obsoleta, o la jovenzuela zorrilla, que va de plató en plató de televisión contando a quién se ha cepillado, sea cierto o no, antes que a un evento, con cara y ojos, pero sin los famosos de turno. Todo ello demuestra el alto nivel de cultura y educación de un país inmerso en un sopicaldo de marujeo.

Y cuando, finalmente, llega el día del festivo “parto”, los nervios están a flor de piel. Unos invitados que no han confirmado su asistencia, asisten; otros, que previamente han dicho que no podrán asistir, llegan con la cuñada, su prima y un amigo. El personaje importante, a quien esperan con ansiedad los fotógrafos y cámaras, llega siempre demasiado tarde, y algunos medios, hartos, o porque tienen que cubrir otro evento, ya se han marchado. Lo que te obliga a contratar fotógrafo y cámara de vídeo para después hacer llegar a los medios las imagenes.

Aunque en la invitación se especifique que hay que asistir vestido con: “Traje de cóctel”, muchos invitados, especialmente en Barcelona, que en el tema de eventos sociales está cayendo en picado, aparecen en jersey y vaqueros.

Por suerte, además del desaforado cotilleo, existe un sector de periodistas serios, con los que hay que tener mucha diplomacia y mano izquierda, para no caerles en desgracia, cosa que me ha ocurrido, por suerte, tan solo en un par de ocasiones.
Yo, por respeto a esos profesionales, no me he dedicado nunca a hacerles la pelota, y creo tener una muy buena relación con todos ellos, después de 40 años de profesión.
Al último evento, que organicé el 17 de enero en el Casino de Madrid, para el Hotel Plaza Athénée de París, debido a la mala fama de ciertos programas del corazón que ha traspasado fronteras, y por expreso deseo de su Director General, no se me permitió convocar a los medios.
Al acto asistieron, encantadas, muchas personas de alto nivel social, porque se les había garantizado la ausencia de photocall.
A mí, profesionalmente, me fastidió mucho esta prohibición, y también la de enviar imagenes, a posteriori, incluso a los medios más serios, porque la publicación de los eventos es la única publicidad del Relaciones Públicas.
Fotos: Masats.

jueves, 24 de enero de 2008

EL ESPEJO DEL ALMA




“La cara es el espejo del alma”, se afirmaba en mis años mozos. Pero desde que existen Corporación Dermoestética, la cirugía plástica y el botox, este dicho popular ha quedado obsoleto. Hoy día, hasta el Refrenarero Español necesita un lifting.

En Inglaterra hay una nueva lotería, y el premio consiste en una operación de estética. No es broma.

Me encantaría oír a Los niños de San Ildefonso cantar:

-¡Siete mil cuatrocientoooos setentaicincoooo!
-¡Alargamientoooo de peneeee!
-¡Doscientoooos ochenta y treees!
-Una lipooosucciooón!

Las quinceañeras, si sacan buenas notas, o como regalo de Navidad, quieren que sus padres les compren un par de melones, o una rinoplástia.

Y muchas mujeres llegan a la consulta del cirujano, y le muestran una página, con la foto de una famosa, que han arrancado de una revista en su peluquería. Y, como si el cirujano plástico fuese la costurera de la esquina, le piden los pómulos de Nicole Kidman, el trasero de Beyonce, o los labios de Esther Cañadas.
Esto en el mejor de los casos, porque muchas mujeres acaban siendo intervenidas en la trastienda de una tintorería cutre, o en un piso sin las más mínimas condiciones de higiene, ni los permisos pertinentes. Eso sí: pagando la intervención en cómodos plazos mensuales.

Cuando una persona se me pone delante y lo primero que me viene a la mente es: ¡Vaya tetazas de plástico, menudos morros, o que estirón! Significa que el trabajo está mal hecho. La buena cirugía no debe ser evidente.

Yo no estoy en contra de la cirugía estética. Estoy en contra de la exageración y de la chapuza. (Me han contado que, en la peluquería de un pueblo, anestesiaban a las pacientes de un certero sartenazo en la coronilla. ¡Y la sartén ni siquiera era Tefal!).

Ahora ya hay mujeres adictas a los pinchazos de vitaminas y botox en la cara. No pueden dejar pasar una semana sin llenarle los bolillos al médico, para que éste les rellene la cara y los labios con la jeringuilla. Todo un presupuesto para convertirse en una mamonaza.

Ya podemos decir adiós a la muñeca hinchable, que parecía un flotador, con la boca en forma de cenicero, expresión pasmada, y que podía reventarse, convirtiendose en una cataplasma en pleno coito. En algunos sex shops americanos ya se venden perfectas muñecas de silicona, con cabello natural y un tacto divino. Y cabe el peligro de que, con los adelantos técnicos de hoy día, acaben implantando un chip a esas muñecas, y puedan susurrar un: I love you, al oído de sus parejas. Y, en consecuencia, cabe también el peligro de que algún tarugo no encuentre la diferencia entre su mujer, totalmente siliconada, y esa muñeca que se vende en los sex shops.
¡Qué triste es el deterioro físico! ¡Y qué dura la batalla para la conservación de la juventud!
Fotos via Flickr: Dirty bodega, y Hely qq.

martes, 22 de enero de 2008

SOPA DE LETRAS "D"

¿Qué ha pasao con las letras "D"? ¿Se lan han "tragao"? Presta atención cuando habla la gente, y te percatarás de que la "D" desaparece en todo lo "acabao" en "ado".

Ejemplos: "Mi cuñao, que es abogao, me ha explicao que un soldao, que estaba divorciao, ha chocao y se ha matao. Cuando me lo ha contao, me he quedao planchao. Dicen que el muchacho era muy alocao, y que iba muy mamao, y que está en muy mal estao".

Así hablan, ahora, la gran mayoría de las personas. Ya nadie dice: Cuñado, soldado, accidentado, etc... Pero no solo nos merendamos las "D". También nos comemos muchas otras letras. Me horroriza cuando escucho, incluso, a locutores de radio o televisión decir: "Ginasio, fúbol, Uropa, pograma, mostruo, cótel, o eletricidá (como dijo el que fue Presidente de Endesa, Sr.Pizarro, en una entrevista con Luis del Olmo, lo que ya es el colmo. Y además se comió todas las "d" de las palabras terminadas en "ado").

¡Ay, los queridos medios informativos! Son cada vez más deformativos. Cuando, micrófono en mano, entrevistan a la gente por la calle, los mayores de 50 años hablan una jerga cateta ("pozí, mu güeno, pa eto, pa quello", etc.), y los jóvenes chapurrean una jerga pasota ("colegui, currele, dabuten, demasié pal body", etc.).

A este triste panorama lingüístico hay que añadirle una interminable retaíla de tacos e improperios. O cursis abreviaturas como: "peli, finde, prota, pelu, porfa o cari". Y como muy pocos léen en nuestro país, y la gente se comunica por sms, que parecen jeroglíficos, el deterioro del español es verdaderamente lamentable.

¡Estamos "apañaos"! ¡Cómo ha "degenerao" el idioma! En Navidad, envié al Presidente de la Real Academia de la Lengua Española, una cesta llena de cajas de Valium, Prozac y Tranquimacín. En la tarjeta especifiqué: Vaya Ud. con mucho "cuidao". No se las tome todas de golpe, y me entere algún día de que se ha "suicidao"... Aunque estaría bastante "justificao". (Es broma).

Foto Servidorde_nadie via Flickr.

domingo, 13 de enero de 2008

UN CUENTO DE MODA


Erase una vez un mundo llamado Tendencia, habitado por jóvenes descendientes de la unión entre Cantinflas y Caperucita Roja, conocidos como los Caperutínflas y las Caperutangas.

La herencia genética, por parte materna, se hacía evidente en las capuchas presentes en todos los atuendos de los habitantes de Tendencia. Y por parte paterna, el gen conocido como el Cantinfgen se manifestaba en la incómoda y engorrosa sujeción del pantalón, a la altura del ano.

Ese absurdo y antiestético descenso del pantalón dejaba, en los varones, el calzoncillo al aire (y no siempre impoluto). Y a su vez, en las hembras de Tendencia, el pantalón dejaba a la vista una especie de hilo dental incrustado en la raja del culete.

Esa costumbre, un tanto antihigiénica, hacía las delicias, según me han informado, de algún guarrindongo Caperutínflas olfateador de tangas.

Muchas jóvenes Caperutangas fallecieron con síntomas de hipotermia, tras haberse contagiado del virus Odalisca Mentecatus, que se contrae por via abdominal, debido a la persistente obsesión por vivir con la panza al aire, incluso en invierno.

En Tendencia, los avispados fabricantes de ropa interior se apresuraron para cambiar el nombre de estas prendas por el de "Ropa exterior". Y aprovecharon la coyuntura para agrandar, en calzoncillos y tangas, las siglas y logos de sus marcas de Moda . De este modo, se hicieron publicidad gratis en los traseros de los habitantes de Tendencia. En el embalaje de estas prendas se incluía un manual de instrucciones titulado: "El arte de sujetar el tejano a la altura del ano".

Y como el que no corre vuela: un prestigioso perfumista de Tendencia elaboró un perfume acorde con los estrafalarios atuendos de los Caperutínflas y las Caperutangas. Y lo bautizó con el sutil nombre: "Pedorret. Eau de toilette".

Y vivieron felices y comieron pizza y hamburguesas.

Colorín, colorado, lamentablemente, este cuento no se ha acabado.

Fotos vía Flickr: Manel, Rus Anson, Zaraki.Kenpachi

lunes, 7 de enero de 2008

SOLUCION UTOPICA AL CAMBIO CLIMATICO




Estas tres imagenes de Ibiza, en un futuro no tan lejano, me inducen a imaginar cuál sería la única solución para detener los catastróficos estragos producidos por el cambio climático.
Felicito la gran labor de concienciación que están haciendo Al Gore, Greenpeace, y tantos otros, pero no soy nada optimista. Cada vez somos más los habitantes de este achacoso planeta, y cada vez somos más insaciables. Y ahora, para colmo, India y China se lanzan al abordaje...

De seguir así, el planeta Tierra pronto estará desahuciado.

Aunque parezca una locura utópica, la solución drástica para regenerar nuestro planeta consiste en la desaparición total del hombre de la faz de la Tierra. El único animal que necesita consumir y destruir todos los elementos para sobrevivir es el llamado curiosamente: animal racional.

Bastaría un solo siglo, sin el hombre consumiéndo, ensuciando, polucionando y devastando todo lo que se le pone por delante, para ver resurgir mares cristalinos y llenos de vida submarina, bosques frondosos, y selvas pobladas de faunas casi extinguidas, bajo cielos impolutos.

Desaparecieron los dinosaurios y no fue el fin del mundo. ¿Por qué no puede desaparecer el hombre?

De seguir la cosa así, no serán necesarios métodos aniconceptivos para que vayamos desapareciéndo paulatinamente. De seguir así, desapareceremos todos víctimas de tremendos cataclismos. Terremotos, tsunamis, huracanes, incendios, tornados, etc. harán el trabajo de limpieza.

Hace unos años escuchabamos la noticia de una inundación o un gran cataclismo, siempre en lugares perdidos y exóticos, como Bangladesh o Java, y que ocurrían cada tres o cuatro años. Ahora vemos a diario imagenes televisivas de coches flotando y gente refugiada en los tejados, devastadores incendios, horribles terremotos, y ya no en lugares tan remotos y exóticos. Ahora los desastres ocurren cada vez más en ciudades muy desarrolladas.

Yo he polucionado, más o menos como todo el mundo. Y con mi inceneración, cuando llegue el momento, lo haré una vez más. Pero será la última, pues no pienso dejar en este mundo descendencia contaminante.

viernes, 4 de enero de 2008

ANECDOTAS VIP: LA GRAN SORPRESA


La Maharani de Jaipur organizó, una cena benéfica para UNICEF, en el Studio 54 de Nueva York. Yo entonces era muy joven.

Antes de ir a esa gran fiesta, Andy Warhol, Mick y Bianca Jagger, el diseñador Halston y otras personas, que ya no recuerdo, nos reunimos para tomar una copa en casa de la diseñadora de la joyería Tiffany, Elsa Peretti, que fue mi anfitriona en Nueva York.

Nunca había visto tantos paparazzis juntos como aquella noche a la entrada de Studio 54, que fue la más impresionante discoteca del mundo.

Al final de la pasarela, que nos hicieron recorrer cegados por los flashes, se hallaba la entonces famosa modelo de color Ramona, sentada en un trono dorado, vestida con un sari del Rajhastan, acariciando entre sus manos una paloma blanca. Ramona formaba parte de la magnífica decoración hindú que Steve Rubell y su socio Ian Shrager, propietarios de la discoteca, habían montado para la ocasión.

Políticos, embajadores, diseñadores de Moda, top models, artistas y miembros de la jet-set internacional, fueron ocupando sus asientos en las mesas, colocadas sobre la pista de baile.

A mí me separaron de mi grupo de famosos, que ocuparon las mejores mesas, y me sentaron junto a una mujer de unos 80 años, bastante bien llevados.

Debido seguramente a problemas térmicos, propios de su edad, la mujer no se quitó su abrigo de martas cibelinas en toda la noche. Su escasa, corta y canosa melena estaba peinada con una raya central. Su piel era muy pálida y transparente. Sus cejas eran unas finas rayas de color violáceo, dibujadas a lápiz. Unos guantes de satén negro cubrían sus manos, que no soltaban un pequeño bolso de noche metálico.

Yo, algo frustrado y, debo admitir, muy poco compasivo, pensé: "Como no soy conocido me han sentado junto a esta anciana estrafalaria. Espero que no palme durante la cena...".

Tras besarle la mano y presentarme, me senté a su izquierda. Ella me sonrió sin decir palabra, dándo por sentado que yo conocía su nombre.

Al poco rato empezaron a servir la cena. Mi octogenaria pareja se quitó los guantes y pude ver sus venosas manos, provistas de unas largas uñas manicuradas, que parecían las garras de un ave de rapiña.

Cuando el camarero se disponía a servirla, la mujer, alzándo su mano con un elegante pero autoritario gesto, rechazó el plato. Seguidamente, y mientras abría su bolso, que resultó ser una dorada fiambrera, me susurró al oído: "I only eat my own food" (Solo tomo mi propia comida).

La sofisticada fiambrera contenía una ración de arroz integral. Posiblemente uno de los pocos alimentos que su frágil estómago podía ya digerir.

A los postres, la Maharaní de Jaipur (que en 1956 era la esposa del embajador de la India en España) subió al estrado y pidió un aplauso para Gloria Swanson. Yo pensé que aquel aplauso era en memoria de la fallecida gran estrella del cine mudo. Y le dije a mi veterana compañera de mesa: "¡Yo creía que la Swanson estaba muerta!".

Y cuál fue mi sorpresa cuando, después de decirme con mucha sorna: "No querido, la Swanson sigue aquí", se puso en pie, y saludó a los asistentes, estirando el cuello y alzando los brazos en un teatral ademán, muy propio del cine mudo.

Se me pusieron los pelos de punta, y un escalofrío recorrió mi espina dorsal, como les debió ocurrir, en el pasado, a quienes asistieron atónitos a la resurección de Lázaro.

De haber reconocido a aquella irreconocible mujer, a quien yo creía muerta y sepultada, mi conversación hubiese sido otra. Pues en aquellos años, yo solía publicar en España reportajes y entrevistas hechas a personajes de Nueva York. Y aquella noche perdí la ocasión de entrevistar a la actriz que, en 1950, interpretó magistralmente el papel de Norma Desmond, en el maravilloso clásico del cine americano: "Sunset Boulevard".

Me pregunto qué debió pensar de mí la famosa actriz. Posiblemente que alguien importante había declinado la invitación en el último momento y, en su lugar, habían sentado a un jovencito desconocido que les servía de comodín.

Fotos Flickr: Cirne y Cafeina Blog

jueves, 3 de enero de 2008

¿IMPORTA EL TAMAÑO?


El señor de esta foto tiene un pollón enorme.
Gracias a ciertos medios informativos, el tamaño del pene se ha convertido en una verdadera obsesión para el personal.

A mi e-mail llegan constantemente anuncios de alargamiento de pene. De hacer caso a esos correos, mi pene llegaría hasta el Paraguay. ¡Qué guay!

AMERICAN GANGSTER


Siempre me ha gustado el trabajo cinematográfico de Ridley Scott. Su mujer, Giannina Facio, pasó de soltera varios días en mi casa de Ibiza, y espero que, algun día, me presente a su creativo marido.
"American gangster" es una muy buena película, y la recomiendo. Apesar de que me ha dejado un amargo regusto por recordarme, tan crudamente, la repugnante corrupción gubernamental, militar y policial, y la miseria de un mundo lleno de drogadictos. Y sé muy bien de lo que hablo...

Finalmente todo está manipulado por mafias y pequeñas pseudo-mafias. No solo el poder político y el económico, sino también el Arte, la Música y la Moda (me refiero al más alto nivel).

Al final de los 60, con tan solo 22 años, me instalé en la Ibiza hippy. Y tuve el privilegio de pertenecer a un reducido grupo de personas que solo quería vivir en total libertad, sin aspiraciones económicas, ni de fama, ni de poder.

Ser integro y honesto, aunque uno no llegue muy alto, y aunque suene ridículo, es para mí una satisfacción. Además, estas características de mi personalidad me incapacitan para hacer la pelota a políticos, periodistas o personajes famosos. Ese rastrero servilismo me parecería una falta de respeto hacia esas personas.

Foto Clarapeix via Flickr.