viernes, 16 de octubre de 2015

LA ISLA DE LANZAROTE ES UNA MARAVILLA

Fuí invitado a la boda de Rafael del Castillo y Carlos Piñero.
 Doscientos invitados, de distintas edades, ciudades y nacionalidades, viajamos a la fantástica isla volcánica de Lanzarote. Rafael y Carlos tienen grandes amigos.
La boda tuvo lugar en el impresionante Jardín de Cáctus, obra del genial César Manrrique.
Me gustó mucho este tipo de cáctus conocido como "El asiento de la suegra". (¡Pobres suegras! Qué mala fama...).
 Hay cáctus con formas muy sugerentes...
En 1980 viajé por primera vez a Lanzarote para entrevistar y fofografiar a César Manrique. Mi primer párrafo dice:
"Es como si sobre un trozo flotante del Sahara se hubiese precipitado y esparcido un inmenso y oscuro meteorito".
 Mi segundo viaje a Lanzarote lo hice con Silvia Alexandrowitch.
Dí un paseo por Puerto Calero, lleno de restaurantes y boutiques.
 Me gustó conocer las playas.
En la Playa Chica, de Puerto del Carmen, se alquilan trajes de buceo. Y me añadí a este grupo.
Siempre que dejo mi cámara para que me hagan una foto la pífian.
 Estuve solo una hora, pero tuve la suerte de ver a un inofensivo tiburón Angelote, típico de estas islas. El resto del grupo avistó tortugas y mucha fauna marina.
 Busqué un rincón solitario, y me tumbé al sol que, en Lanzarote, aparece y desaparece continuamente, tras grandes nubes. Caen unas gotas de repente, y vuelve a salir el sol.
Comí con un grupo de amigas y amigos de Barcelona en El Risco, en Famara, con una vista panorámica.
El pescado, en El Risco, es de óptima calidad.
 Debido a los fuertes vientos las viñas se protegen con semicírculos de piedras volcánicas.
Los Jameos del Agua, es otra obra espectacular de César Manrique. Yo dije: "En Ibiza hubiese hecho falta un César Manrique, para preservar la isla, tan degradada".
Esa tarde había una boda.

Este es el modelo de piscina que se inventó Manrique y que tantos han copiado. 
  Algunos invitados estabamos alojados en el Hotel Hesperia, que decoró mi amigo Pascua Ortega.
Me dijeron que el hotel tiene 5 estrellas, pero resultó que dos o tres de ellas eran fugaces. Es un hotel del "todo incluído". El servicio fue, a todo nivel, desastroso. 
 Sufrí tantos fallos en ese hotel, que una noche soñé que me había sentado en un sofá de cáctus de mi habitación.
Lo único que disfruté de ese "5 estrellas fugaces" fueron los baños al final de esta pasarela flotante.
 Fui a comer al Chiringuito Papagayo, en Yaiza. Me gustó mucho.
Dí unos trozos de lechuga a este lagarto autóctono. 
 Desde mi mesa ví estas aguas de color turquesa, como las de Formentera.
Y como soy un adicto al mar, bajé a darme un baño.
Por la tarde hice una excursión por las Montañas de Fuego, del Parque Nacional de Timanfaya, que mide 51'07 Km2.
En 1730 varios pueblos quedaron sepultados por la lava de los volcanes.
Las últimas erupciones datan de 1824. Durante seis años la lava se extendió cubriendo una cuarta parte de Lanzarote.
Contemplé este géiser volcánico.
Me resultó curioso ver cómo cocinan, allí, los alimentos sobre una parrilla volcánica.
Esa fue mi última excursión.
Me hubiese gustado hacerla montado sobre un dromedario, pero no me dio tiempo.
 En un Garden Center fotografié estos sacos para el cultivo de marihuana. No lo había visto nunca.
 Comí algo en Arrecife, capital de Lanzarote, y me fui al lugar que más detesto: ¡Un aeropuerto! 

3 comentarios:

Ginger dijo...

Estupendo reportaje Carlos, muchas gracias por compartirlo.


Un abrazo

Carlos Martorell dijo...

GINGER:Muchas gracias.

Carlos Martorell dijo...

JANETH TENORIO GOMEZ: Muchas gracias y un abrazo!