A las 22'30 h., el enorme buque zarpó puntualmente.
Me sorprendió mucho no ver vehículos aparcados. Normalmente el barco está abarrotado de coches, motos y camiones.
Una vez dejadas mis pertenencias en el camarote me fui a dar una vuelta por la cubierta y el interior, como hago siempre en estos viajes.
No le di mucha importancia al hecho de no cruzarme con ningún pasajero por los pasillos. Eran las 11 de la noche.
Salí a pasear por cubierta. Un viento horrible me empujaba contra las paredes.
Pensé que el frío y el viento eran las razones por las que no había nadie en cubierta.
Fui al bar para beber un agua. El bar también estaba vacío.
Tampoco había gente en los restaurantes. El silencio era sobrecogedor.
Normalmente todas esas zonas están llenas de viajeros, incluso sentados o tirados por los suelos.
Entonces sentí un escalofrío, y me vino a la cabeza una imagen de la película "El resplandor" (The shining) de Jack Nicholson, con quien cené hace unos años en casa de Michael Douglas.
Tras unos cristales vi a una persona que me miraba.
Era mi imagen reflejada en un espejo. Desconcertado, saqué mi cámara e hice una foto. Luego miré, en la pequeña pantalla de mi cámara, la foto que acababa de hacer.
¡¡¡HORROR!!! Tras ver esta espantosa imagen, en mi cámara, salí corriendo despavorido.
Me invadió el pánico mientras corría perdido por los pasillos desiertos. No podía encontrar mi camarote.
Pero todo había sido una pesadilla, provocada por un exceso de comida navideña, y por viajar la noche del 25 de diciembre, con poquísima gente abordo. Sentado en el interior de mi Smart respiré tranquilo.
En Ibiza me esperaban varias sorpresas. Tres buenas y tres malas.
Sorpresa buena nº 1:
Al llegar a casa, vi con satisfacción que mi fachada, y
la de mi vecino italiano, habían sido perfectamente restauradas por mi
amigo y pintor Héctor José Abelleira.
Sorpresa buena nº 2:
Finalmente ha comenzado la restauración de esta ruina
que, durante 5 años, ha sido una verguenza en pleno Patrimonio de la
Humanidad.
Durante 5 años he protestado, en nombre de los vecinos,
en periódicos y televisiones locales. Esta es una de las fotos que hice
de la ruina de Sa Carrossa (no Sa Carroca, como dice el titular), donde
hay 4 restaurantes, un hotel y una boutique.
Sorpresa buena nº 3:
Han empezado importantes obras en el viejo puerto de Ibiza.
Lo habían convertido en un cutre puerto para carga y descarga. En adelante podrán atracar los más grandes yates del mundo.
Sorpresa mala nº 1:
Durante unos 30 años, cada vez que abría el balcón de mi dormitorio, yo veía una frondosa palmera.
¿Dónde está la frondosa palmera?
Sorpresa mala nº 2:
Han ensuciado las paredes y columnas del Mercado Viejo con grandes pegatinas negras.
Las pegatinas han sido medio despegadas y pintarrajeadas. Dice el Ayuntamiento que se pusieron para que la gente ecribiese encima. No entiendo que se fomente el graffitear y ensuciar paredes.
Sorpresa mala nº 3:
Di un paseo por la famosa y turística Calle de la Virgen, y vi que sigue medio en ruínas.
Más valdría ahorrar en luces navideñas, y arreglar estas ruinas.
De seguir así, en unos años, estas ruinas se convertirán en un atractivo turístico, como las de Grecia.
En verano leemos: "Ibiza glamour. Ibiza de billonarios. Ibiza llena de famosos. Ibiza internacional". Pero todo eso, desgraciadamente, solo ocurre en unos cuantos locales y en unas cuantas playas.
Tengo fe ciega en la gestión de la nueva Alcaldesa Virginia Marí.
¡Que los flamencos, llegados a Las Salinas, te traegan buena suerte Virginia! ¡Y puedas realizar esas mejoras en el año 2015!