Hace 40 años, el 20 de julio de1969, el hombre puso un pie en la luna. Pero yo ya había estado allí...
"¡Martorell! ¡Concéntrese! Está Usted siempre en la luna". Me gritaba mi severo profesor en clase de matemáticas.

Y el hombre tenía razón. Yo odiaba las matemáticas, y mi mirada perdida evidenciaba una gran falta de atención.

Esta noche del 40 aniversario de la llegada del hombre a la luna, paradójicamente, nuestro satélite no se dejará ver, porque es luna nueva.

En 1961, el Presidente Kennedy propuso al Congreso la extraordinaria empresa tecnológica de llevar al hombre a la luna, y devolverlo a la tierra, sano y salvo, antes de finalizar la década de los 60. Pero no vivió para verlo.


Fue bajo la presidencia de Richard Nixon, en 1969, cuando la NASA y los Estados Unidos vencieron la carrera espacial contra la URSS, con el lanzamiento del Apollo 11.

Las 3.500 toneladas de peso de la nave Columbia despegaron de Cabo Cañaveral, con Armstrong, Collins y Aldrin a bordo.

Y navegaron por el espacio a la escalofriante velocidad de 27.000 Km. por hora.

Mientras Collins permanecía en el módulo, en la más absoluta soledad cósmica, Armstrong y Aldrin ponían pie en el Mar de la Tranquilidad.


Armstrong dijo:"Es un pequeño paso, pero un gran salto para la humanidad".

Luego definieron la arena que pisaron como "fina y polvorienta, en una magnífica desolación".
Permanecieron en la Luna durante solo dos horas y media. Durante las que tuvieron tiempo para filmar, clavar una bandera de los Estados Unidos, recoger algunas muestras, y dejar una placa en la que se decía: "Venimos en son de paz y en nombre de la humanidad".
Desde la Luna, el espectáculo visual del planeta Tierra era impresionante.

Yo, aquel año, ya estaba viviendo en Ibiza, durante los inolvidables años hippys.

Y estuve pegado al televisor, entonces en blanco y negro, viendo con muchísimo interés aquellas fantásticas imágenes del alunizaje, en riguroso directo.

Fue tan grande el impacto que me causaron aquellas imágenes que, a los pocos días, soñé que alunizaba en el Mar de la Tranquilidad con mi amiga Serena Vergano (madre de Ricardo Bofill Jr.), convertidos en los astronautas rusos Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova.

El compartir mi sueño con Serena Vergano fue debido, seguramente, a que unos meses antes había visto, con ella y con el arquitecto Ricardo Bofill, la fantástica película de Stanley Kubrick "2001. Una odisea del espacio".

La misma noche de la fascinante llegada del hombre a la Luna, la televisión emitió la película "Pijama para dos", una comedia un poco tonta, interpretada por Rock Hudson y Doris Day.
Casualmente, yo había traducido el guión del inglés al español. Recuerdo que tuve que recurrir a la ayuda de un conocido de nacionalidad inglesa, para perfeccionar la traducción.

El 24 de julio de 1969, los tres astronautas llegaron a la Tierra. Fueron recojidos con la cápsula en el Océano Pacífico. Y fueron aislados en cuarentena.
Richard Nixon pudo, entonces, romper el discurso que tenía preparado, por si los astronautas no regresaban vivos.

Finalizado el aislamiento, que duró tan solo 18 días, los astronautas se dieron un triunfal baño de masas, recorriéndo la Avenida Broadway, de Nueva York, en una limusina descapotable.

La hazaña de Armstrong, Collins y Aldrin consiguió una fama internacional sin precedentes.

Y los tres astronautas ocupan, hoy, un lugar preferente en el Hall de la Fama, del Kennedy Space Center.


Lamentablemente, en julio de 1969, la Luna dejó de ser un motivo de exaltación del romanticismo. Ya nadie se casa virgen para irse de Luna de Miel, y los recién casados se van simplemente de "viaje de novios".

La Luna perdió, también desde entonces, su simpático perfíl femenino.

Y, como los astronautas la han pisoteado y han abandonado tras su paso algunos escombros, sobre sus blancas arenas, los lobos aúllan con más fuerza, como protesta, en las noches de luna llena.

A la conquista del espacio se le deben bastantes inventos como: el código de barras, el laser, la resonancia magnética, algunas prótesis, el microondas, el envasado al vacío, y el belcro, entre otros.
En el 40 aniversario, los tres astronautas han sido recibidos por Obama y tratados como héroes en la Casa Blanca, tal como se merecen.
Y como yo llevo varias horas pegado a la pantalla del ordenador, creo que me merezco un buen helado. ¡Adiós!

Fotos via Flickr y Sylvia Polakov.