jueves, 26 de diciembre de 2013

CATASTRÓFICA CENA NAVIDEÑA EN CASA DE LOS ABUELOS

Las cenas de Navidad pueden acabar muy mal.
Incluso las cenas de importantes empresas pueden acabar mal.
Alguno bébe demasiado, se pone pesado con los compañeros y puede  acabar insultando a sus superiores.
 Y hay quien se agarra una trompa descomunal.
En casa de los abuelos Bofarull la cena de Navidad empezó mal. El pavo se escondió y tardaron un día en encontrarlo.
 
La abuela decoró la mesa con mucho esmero. Y cada invitado tenía que aportar una figurita de pesebre para hacer el Belén.
La abuela Bofarull había decorado, también con mucha gracia, la taza del W.C.
El abuelo, ginecólogo jubilado, cocinó el pavo, que se había camuflado de lámpara durante todo el día 23.
Uno de los hijos llevó unos panes con mucha sorna, porque se habían añadido a la cena unos parientes lejanos de Murcia.
Al principio de la cena nadie dijo ni media palabra porque estaban todos enganchados a los móviles y las tablets.
Es una adicción maleducada que se ha puesto de rigurosa moda.
La abuela Bofarull estaba muy enfadada.
Había prohibido que su hijo mayor, beodo de profesión,  hiciese de Santa Klaus aquella noche.
Marcel, el mayor de los nietos, más loca que una cabra, había colgado esta foto en Facebook, pero no se atrevió a enseñarsela a su familia.
 
Finalmente el abuelo Bofarull ejerció de Papa Noel. Su halitósis era tremenda y el nieto no podía soportarlo.
Dejaron los móviles y empezaron las peleas y las discutiones.
Un cuñado había traído un cagané independentista catalán para el pesebre de los abuelos. Lo que generó una trifulca con uno de los parientes, que no estaba de acuerdo con esa política.

 
Una de las hijas, muy religiosa, montó un pollo cuando vió que su hermano mayor había colocado un cagané de la Virgen de Montserrat.
Por suerte no vio que, detrás del pesebre, un sobrino muy cachondo había puesto al Papa Francisco.
Estas figuritas de caganés parecían graciosas a unos, y soéces, escatológicas y de mal gusto a otros. Así empezó el mal rollo familiar.
Roser, la hija menor, una rubia un poco punky, había comprado el cagané de Queen Elisabeth, lo que provocó la ira de su prima murciana, una monárquica empedernida.
Unos eran de derechas, otros de izquierdas. Aquella mesa parecía la Torre de Babel. Nadie se entendía.
Josep, el familiar más futbolero, colocó al cagané de Messi junto a la Virgen, por considerar que era la zona VIP.
Josep Bofarull, pasando de discusiones y peleas, se levantó de la mesa y quiso encender el televisor para ver un partido de futbol. Montse, su mujer se puso furiosa.

Agustí, el nieto más joven, un pasotilla drogata, que estaba siempre "muy a gustito", había comprado unos tripis la noche anterior.
Ya de adolescente Agustí pedía siempre a Papa Noel que le trajese alguna sustancia para colocarse.
Mientras los familiares se peleaban airadamente, Agustí el pasota se dedicó a poner LSD en las copas de sus familiares.
 
Pronto empezaron a distorsionar las imágenes y a tener visiones halucinógenas.
 El pavo se había convertido en un extraterrestre calcinado.
Jordi, uno de los cuñados, vio como el pavo se convertía en un hipopótamo.
La Tia Pepeta, que era sorda y tenía cataratas, tuvo la horripilante visión de sus problemas de salud servidos en su plato.
 
Incluso los polvorones se transformaron en espantosos y sanguinolientos dedos mutilados.
A Roser, la punky calentorra, un chocolate se le transformó en un pollón negroide al acercarselo a su boca.
Bebieron y bebieron, y empezó la bacanal y un desmadre total.
Agustí, tras esnifar una raya de heroína, para bajar el trip, se quedó frito y sus primos lo decoraron de esta guisa.
A las pocas horas empezaron las vomitonas.
La abuela, la única que no había bebido la droga, tuvo tiempo de retirar la decoración navideña de uno de los W.C.
El abuelo Bofarull, disfrazado de Santa Klaus, rodó por los suelos.
Al dia siguiente, toda la family tuvo una reacción alérgica a la droga, que había sido cortada con alguna porquería.
Incluso el pobre perro estaba de resaca.
Al abuelo lo ingresaron en cuidados intensivos, y falleció a las pocas horas.
Los nietos le compraron este curioso ataud.
Un vecino, emprendedor en época de crísis, informado del fiestón que se había montado en casa de los abuelos Bofarull, colgó este cartel en la fachada de su terraza.
Yo, al aterminar este post de mi Blog, me tomé un par de chupitos que me sentaron de maravilla.
(Es broma. ¡Puro teatro!).

5 comentarios:

Folk dijo...

Una cena muy "entrañable" la que relatas...ja..ja...

en algunos pasajes hasta me la he imaginada que la hubiesen dibujado en un comic de los buenos tiempos de "El Vibora"...

Saludos y buen año nuevo...

jose dijo...

Que historia navideña tan bonita… y mucho más divertida que los dramones típicos, estilo la Cerillerita, que a muchos les gustan por estas fechas jeje

Jose Portillo dijo...

Muy bueno!!, me ha divertido bastante. Mi Navidad sin duda a sido bien más tranquila, aun pasándola en casa de la suegra. Un abrazo desde Brasil y Feliz año nuevo.

Carlos Martorell dijo...

ANONIMO COBARDE DEL 7 DE ABRIL: Tu odio se debe a complejos de inferioridad.

Carlos Martorell dijo...

ANONIMO DEL 7 DE ABRIL ERES CARLOS ARNAU