sábado, 23 de abril de 2011

TRES INOLVIDABLES DÍAS EN VENECIA

Viajé a Venecia, adonde no había vuelto desde hace varios años.
Me sorprendieron el calor que hacía y el cielo azul, sin una sola nube.
Una vez instalado en el hotel empecé a callejear. Venecia estaba a tope de turistas. No como en esta foto.
Al día siguiente llegó Silvia Alexandrowitch, íntima amiga de toda una vida.
Comímos en la terraza del Hotel Danieli y, seguidamente, comenzamos nuestro recorrido turístico-cultural.
Situado en el extremo oriental de la Plaza San Marcos se encuentra el Palacio Ducal. Una obra maestra de la arquitectura gótica, que data del siglo XIV. El palacio, de mármol veronés rosa, se asienta sobre arcadas de piedra de Istria que, a su vez, descansan sobre una columnata porticada.
En esta Sala del Senado, donde el Dux discutía con unos 200 senadores, hay frescos de Tintoretto y de algunos alumnos del pintor.
Me pareció impresionante la Sala del Maggior Consiglio, del Palacio Ducal, por sus monumentales proporciones. También impresiona "El Paraíso", de Tintoretto, uno de los cuadros más grandes del mundo, y que Tintoretto lo pintó cuando tenía 80 años. En el techo puede verse "El triunfo de Venecia", de El Veronés.
A Silvia y a mí nos hubiese gustado ver Venecia como en las vedute, o vistas venecianas, pintadas por Canaletto. Pero íbamos, como un rebaño de ovejas, a empujones por las plazas, puentes y estrechas callejuelas.
Debido al exceso de turistas, en este viaje, nos fue imposible visitar la Basílica de San Marcos y el Campanile, ya que las colas eran interminables. Por suerte los habíamos visitado en anteriores viajes a esta única y bellísima ciudad.
Dedicamos los dos días de nuestra estancia a visitar iglesias, como San Giorgio dei Greci, Santa Maria Formosa, San Polo, Santa Maria dei Miracoli, y muchas más, pero también fuimos a comer a muy buenos restaurantes.
En el famoso restaurante Harry's Bar se me acercó su propietario el Sr. Cipriani, y me dijo textualmente: "Siempre que venga Ud. a mi restaurante tendrá mesa, aunque no la haya reservado". Supongo que lo dijo por verme muy bien vestido porque, a mi alrededor, el resto de la gente iba vestida de cualquier manera.
Yo, por respeto al servicio, cuido mucho la vestimenta cuando van a servirme unos camareros impecablemente uniformados.Yo soy amigo de su hijo Giusseppe, con restaurante en Ibiza.

Silvia y yo pedimos dos famosas especialidades de la casa: El risotto de espárragos y guisantes, y el carpaccio. En 1950, el cocinero de este bar-restaurante inventó ese plato, y lo llamó carpaccio, en recuerdo al pintor Vittore Carpaccio.
Silvia se interesó mucho por la obra de este pintor, que se encuentra en distintos puntos de la ciudad.
Paseando por la zona de Rialto me encontré con el joyero Alberto Nardi, para quien organicé una exposición de sus joyas en Barcelona. Nardi  me citó en su joyería de la Plaza de San Marcos, en la que hay tantos turistas que las palomas, que solían invadir esa plaza, ya no caben.
La prestigiosa y antigua joyería familiar Nardi, ha creado un nuevo espacio para vender una línea de joyas más jóven y novedosa, llamada "Mía".
Alberto Nardi me enseñó sus "Moretos", que tanto éxito de venta tuvieron en mi evento del Círculo de Ecuestre de Barcelona.
Estos barrocos broches son los más famosos de la joyería veneciana, y han sido muy imitados.
Recuerdo haberlos visto prendidos en las solapas de Grace Kelly, o de la Infanta Elena.
Silvia se probó varios anillos clásicos pero, como buena periodista de Moda, también se interesó por la línea "Mía".
Todas la piezas "Mía" tienen mucho color y movimiento.
La exposición Nardi, en el Club Círculo Ecuestre de Barcelona, que me encargó Miriam Ungría, Princesa de Tirnovo, la organicé con el brazo derecho roto y enyesado. A pesar de ese inconveniente se vendieron muchas joyas, y sobre todo los "Moretos".
Además de las caras negras de los "Moretos", Venecia cuenta con un enorme número de  inmigrantes negros, que venden falsas marcas por la calle. Hay mantas por los suelos cada dos metros.
Saliéndo de la joyería fuimos a visitar a Bianca de Saboya Aosta, hija del Duque de Aosta, y casada con el Conde Giberto Arrivabene. Conocí a este matrimonio en Ibiza, en casa de Mimmo Ferretti, quien les anunció que llegabamos a Venecia.
En mi último post, hablaba del pintor español Paco Carvajal y, casualmente, un retrato de familia, pintado por Carvajal, preside una de las estancias.
Y este es el retrato, pintado por Antonio Gisbert, de Amadeo de Saboya, Duque de Aosta, antepasado de Bianca, que reinó en España entre los años 1870 y 1873, como Amadeo I.
El Palacio Papadopoli, en San Polo, perteneciente a esta familia, data de mitad del siglo XVI.
Los salones del Palacio Papadopoli sirven de constante inspiración a su propietario Giberto Arrivabene.


El Conde Giberto Arrivabene crea piezas únicas en cristal, que produce en Murano.
Invité a Bianca a que nos acompañase a otro famoso restaurante de Venecia: "Alla Madonna". Cuando fui a pagar la cuenta, me encontré con la grata sorpresa de que, por teléfono, se había hecho cargo del pago  Massimiliano Zavagli, un amigo de Ibiza.
 Este estrambótico escaparate de "Fiorella Gallery", en Campo Santo Stefano, me recordó a Ibiza.
Al ver este retrato de Andy Warhol, junto a una enorme rata roja, con un corazón de neón, entré inmediatamente a curiosear. Y enseguida conocí a la increible Fiorella.
Entre los clientes de esta alucinante y rompedora galería se cuentan famosos artístas como Elton John, Sting, o el propio Warhol, en la foto con Fiorella Mancini, propietaria y diseñadora de esta galería. El director Bigas Luna se casó vestido con una casaca diseñada por Fiorella.
Esta galería, en la que se exhíben piezas únicas de artistas vanguardistas e iconoclastas, resulta muy chocante en pleno centro de Venecia.
Este personaje, cubierto por ratas de cloaca, me recordó al destronado John Galiano, saludando en uno de sus desfiles.
Me fijé en una pequeña bandera de España, en el bolsillo de un abrigo-vestido, pintado a mano, obra del español Goma, con la colaboración de otros artístas.
Fiorella Mancini, una mujer llena de energía y humor, me puso una chaqueta con caricaturas de Berlusconi. Y como el Presidente se "pavonea" tanto, yo posé con un pavo multicolor.
Las chaquetas de terciopelo, pintadas a mano, y diseñadas por Fiorella, son puro werable art (arte-llevable).
Hojas, insectos, sedas, latex... Cualquier material sirve para crear esta moda anticonformista y provocadora.
En esta galería se fabrica un explosivo cóctel de arte escatológico, gay, neo-gótico, post-pop y surrealista.
La hija de Fiorella posó para mí, delante de este enorme virus, brindándo con una copa-calavera, con pie zárpa, diseño de Fiorella Mancini.
Este maniquí, instalado junto a un cortinaje estampado con el símbolo de la Libra Esterlina, lleva una tapa de vater encanchada en el trasero.
Algunas piezas me recordaron al estilo de las marcas Custo Barcelona y Desigual, pero en hiperbólico.
Madre e hija, cuervos en mano, y yo, vistiéndo una de las sorprendentes creaciones Mancini,  posamos para Silvia Alexandrowitch, que estaba interesada en escribir sobre el tema, para el periódico La Vanguardia, de Barcelona.
Después descansamos tomando un café en "Florian".
Este maravilloso café se fundó en 1720, y fue el punto de reunión de artístas, intelectuales, políticos y aristócratas de la época. Es famoso por su impecable servicio.
Para los clientes que están sentados en la terraza hay música en vivo durante todo el día.
Nos encantó el Hotel Bauer, donde nos alojamos. En la misma plaza está la iglesia de San Moisè, del 1668.
Tras visitar el Museo de la Música y la Fundación Querini Stampalia, paseamos por los aledaños del puente de Rialto, una zona caracterizada por su constante actividad, mercados y mercadillos.
Allí tomamos una Riva taxi y recorrimos el Gran Canal.
El último día, tras desayunar en la terraza del Hotel Bauer, tomamos un vaporetto para ir a la isla de Giudecca.
A lo lejos divisé el Marala, el fabuloso yate de Robert de Balkany. Le llamé y me dijo que llegaba la misma tarde en que nosotros regresabamos a España.
En esta visita a Venecia, caminamos sin darnos descanso, durante horas y horas.
Tuvimos que desistir de visitar la Colección Peggy Guggenheim, en el Palacio Venier dei Leoni, de nuevo por culpa de las interminables colas de turistas. Y tampoco pudimos ver la Accademia, que alberga la mayor colección de arte veneciano.
En Giudecca está el fantástico Hotel Cipriani. Allí comimos frente al agua, en una de las terrazas.
En Giudecca visitamos la Iglesia del Redentore, obra de Palladio, y la iglesia Santa Maria de la Salute, que debe su nombre a la victoria sobre la peste del año 1630. Esta majestuosa iglesia barroca alberga obras de Tiziano y de Tintoretto.
Me despedí de Silvia, en el salón del Hotel Bauer. Silvia volaba a Madrid unas horas antes de mi vuelo de regreso a Barcelona.
Paseándo solo por Mercerie, esa zona de callejuelas llenas de negocios y boutiques, que une San Marcos con Rialto, entré en una tienda de máscaras. Llamaron por teléfono a la dueña para que me autorizase a fotografiar la tienda.
Y estuve de gran suerte. La dueña resultó ser un personaje muy conocido en Venecia: Antonia Sautter.
Antonia Sautter es la más importante diseñadora de máscaras y disfraces de época, para los carnavales. Tras dejarme hacer fotos de la tienda, me llevó a su estudio.
Allí pude contemplar alguna de sus fantásticas creaciones.
Esta brillante mujer es hija de un austríaco y una veneciana.
Pero no solo diseña y confecciona estas obras de arte. Antonia Sautter es la creadora del importantísimo "Ballo del Doge". Este gran baile de carnaval es uno de los espectáculos más bellos del mundo.
La decoración, los shows, y el vestuario de este baile, al que acuden personalidades de todo el planeta, son responsabilidad de esta creativa mujer.
Norma Duval lució este disfraz, el 5 de marzo pasado, en el último "Ballo del Doge", que se titulaba "...because Life is Magic". Antonia me regaló unos DVD, con imágenes de los tres Bailes anteriores, y me fascinaron.
Antonia Sautter, además de organizar pompósos eventos, es propietaria de varias tiendas en Venecia.
Diseña también zapatos y todo tipo de accesorios de fiesta.
Bellos objetos de decoración, cojines, tejidos, antifaces, máscaras y calzado de todos los colores y texturas se amontonan en sus tiendas. ¡Bravo, Antonia!
Saliendo a toda prisa, pues tenía que ir al aeropuerto, ví la Galería San Marco, y entré para hacer unas fotos.
El dueño, Manuel Bartolotto, fue muy amable y me enseñó su impactante y original galería.
La mayoría de las piezas y muebles están diseñados por Roberto Bortolotto, padre de Manuel.
Siendo estos muebles de diseño muy original y vanguardista, encajan perfectamente en el estilo barroco veneciano.
Estas fueron las últimas fotos que hice en Venecia
Antes de ir al aeropuerto, cené en la terraza del Hotel Gritti Palace.
La vista, sobre el Gran Canal, es extraordinaria.
Este hotel, considerado uno de los más célebres del mundo, le debe su nombre a Andrea Gritti, Doge de Venecia, que en 1525 instaló allí su residencia.
Antes de convertirse en hotel fue la residencia de los embajadores del Vaticano, en Venecia.
Regresé a Barcelona con esta bella imágen grabada en mi cabeza.
Aproveché una de las multiples visitas a iglesias para confesar mis pecados de gula italiana: Risottos, polentas, mozzarelas, parmigianos, fegatos alla veneciana, pastas, foccacias, grisinis, tiramisús, helados...
Pero nadie me dio la absolución. Porque no había nadie detrás de la cortina. El cura estaba en una pizzería...
¡Que Dios le perdone!