jueves, 10 de enero de 2013

VIVIR DENTRO DE UN CUADRO ANTIGUO




El director polaco Lech Majewski ha conseguido que su película "El molino y la cruz" sea fascinante, a la par que lenta y aburrida. Yo la recominedo porque es una experiencia distinta, y porque visualmente es impecable.


Pieter Brueghel, el Viejo, pintó "El camino del calvario" en el año 1564. Este cuadro representa la pasión de Cristo, pero trasladada en el tiempo al siglo XVI, y ubicada en una enorme pradera de Flandes.


El actor Rutger Hauer interpreta a Brueghel, pintando ese cuadro.


Un molino, en lo más alto de un montículo rocoso, preside la pradera, en la que los personajes del cuadro van tomando vida. 

En el ángulo derecho, Brueghel enseña sus bocetos al famoso coleccionista de arte Nicholaes Jonghelink, que fue amigo personal del pintor.


Chalotte Rampling interpreta a la Virgen Maria. Y Michael York interpreta al coleccionista de arte. En el centro, Rutger Hauer.


El coleccionista Nicholaes Jonghelinck se queja de la sangrienta ocupación española en Flandes. Son tiempos de la horripilante Inquisición y el Santo Oficio, que imponían las creencias católicas con tortura y muerte.


Esta imágen no pertenece a la película. Pero en una de las escenas, los soldados españoles apalean a un hereje, lo atan a una rueda, y colocan la rueda en lo alto de un largo poste, para que los cuervos devoren el cuerpo. Este artilugio puede verse en el lado derecho del cuadro.


La quejumbrosa voz de la Virgen Maria, contemplando a su hijo crucificado, solo se escucha en off.


Es impresionante el engranaje de madrera del interior del molino.


Montados a caballo, y vistiéndo uniformes de terciopelo, de un vivo color rojo, los soldados del imperio español torturan y matan, con mucha crueldad, a los herejes de los Países Bajos.


El casting, vestuario, atrezzo, paisajes y animales domésticos, como este caballo percherón, reflejan la época con impresionante perfección, como yo no había visto nunca antes en una película.


Majewski tuvo que hacer fabricar tintes de colores especiales, para que fuesen idénticos a los de las ropas que aparecen en el cuadro de Brueghel.


Todos los detalles están cuidados magistralmente.


Casi no hay diálogos en esta película hipnótica, que te hace creer que estás sentado en la sala de un museo, contemplando una colección de cuadros flamencos.


La cámara entra en la casa del pintor, y capta la intimidad familiar, que  Lech Majewski inventa, porque esa casa no aparece en el cuadro "El camino del calvario".


Hay escenas mudas que me recordaron a otros cuadros del también holandés JohannesVermeer.


Ver "El molino y la cruz" es la alucinante experiencia de revivir una época, con absoluta autenticidad.


Anteriormente, pero con menos perfección y sutileza, el director Peter Greenaway dió también vida a un cuadro holandés.


El cuadro es "La ronda de noche", de Rembrandt.


En esta película, un actor interpreta a Rembrandt, que fue el maestro del barroco, y el más importante pintor holandés.

Por desgracia, este es un cine para minorías. Pienso que la película durará poco tiempo en cartelera. 

Yo recomiendo "El molino y la cruz", porque aburrirse y fascinarse a la vez, es algo paradójico y fuera de lo corriente.


4 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Habrá que verla. Suena fascinante aunque sea, como dices, aburrida. Me ha gustado mucho tu reseña. Besotes, M.

Carlos Martorell dijo...

MERCHE PALLARÉS: Muchas gracias! Un abrazo.

Anónimo dijo...

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Folk dijo...

No creo mucho en cuando en cine trata de ser pintura, o el comic trata de ser cine , o el cine trata de ser comic, o la musica trata de ser teatro...

creo que cada una de esas artes es grande en si misma y desde ahí ha de generar nuevas obras...

en mi modesta opinion, claro...