domingo, 17 de enero de 2010

YO ESTUVE EN HAITÍ EN 1979

Simultáneamente al desastre de Haití, mi ordenador se rompió y he tenido que comprar otro. De ahí el gran retraso en escribir en el Blog.



Años atrás, durante una cena en el Hotel Ritz, mi adorada Helena Klein me habló del tiempo en que, junto con su marido Mariano Sanz Briz, estuvieron destinados como embajadores en Puerto Príncipe.


Me interesó mucho la historia de La Española, nombre con que Cristobal Colón, en 1.492, bautizó a la isla cuando la descubrió, y pensé en viajar allí algún día.



Meses más tarde coincidí en un evento, en Nueva York, con la célebre bailarina y coreógrafa Katherine Dunham.



La bailarina, que entonces tenía 69 años, me dijo que era propietaria de un pequeño hotel, en la capital de Haití, llamado La Residence Dunham. Unas pocas habitaciones frente a una pequeña piscina.

Unas semanas más tarde, tras pasar unos días en Miami, aterricé en Puerto Príncipe, con una cámara Nikon, para tomar diapositivas, provista de un enorme flash (no como las pequeñas digitales de ahora) y otra cámara de vídeo. Era el año 1979.

La Policía de Aduanas me llevó a una cochambrosa habitación del aeropuerto, y allí me comunicaron que no podía entrar en Haití sin un visado. ¡Un típico y tonto despiste de juventud!

Enseguida me saqué de la manga una carta de recomendación, firmada por Helena Klein de Sanz Briz, y dirigida al Dr. Thear, Ministro de Sanidad del Gobierno de Duvalier. Y, como suele ocurrir en estos países bananeros, me dejaron entrar sin problemas en Haití.

La pobreza extrema, la suciedad, el caos, el tufo nauseabundo a letrina y la evidente corrupción del Gobierno me impactaron.

Mi primer encuentro con el Dr. Thear fue en un ruinoso hospital, donde pasaba visita. Me sorprendió ver que algunas camas estaban ocupadas por dos efermos. Thear me dió algunos consejos, y una muy especial dirección para asistir a una auténtica sesión de vudú.


Helena me había hablado del Iron Market (Mercado de Hierro), una estructura de impecable diseño que quise visitar en mi segundo día. Ese mercado no se ha desmoronado trás el terremoto. Pregunté la dirección por la calle, y un tipo me sugirió que me subiese a un camión que, supuestamente, se dirigía a aquel mercado de alimentos.



Enseguida me dí cuenta de que nos estabamos alejando mucho del centro, en aquel camión atiborrado de gente, cabras, gallinas y un cerdo.



El viejo camión se detuvo en un improvisado mercado en pleno campo. La higiene allí era deplorable. Ví trozos de carne de cabra y de pollo cubiertos de moscas, tirados por el suelo, bajo un sol de justicia y una humedad insoportable. Y gente haciendo sus necesidades junto a los productos que vendían.

En francés pregunté al conductor dónde estaba el Iron Market. "Oui, oui. Market très bon", me respondió con su acento criollo, señalando una casucha rodeada por una verja oxidada y cerrada con un grueso candado. Enseguida comprendí que me habían enredado.

El camión arrancó dejándome allí tirado. Hice sonar la campanilla de la verja, y al poco apareció una anciana arrugada como una pasa, fumando en pipa, y con una enorme llave entre sus dedos agrietados y deformes.

Moviéndo la pipa me indicó que entrase. Me encontré en un patio lleno de mesas y sillas destartaladas y sucias. Antes de darme tiempo a reaccionar escuché un tremendo griterio y, alborotadas, aparecieron unas cinco mujeres muy gordas, cubiertas con unos batines entreabiertos, que dejaban ver unos pechos descolgados y unas barrigas sebosas y llenas de estrías.


Se me tiraron todas encima gritando "¿Tu veux la femme? ¿Tu veux la femme? Comprendí que estaba en un prostíbulo, y que no saldría de allí si no soltaba algo de "pasta". Y tuve que negociar con una que llevaba la voz cantante, y que me ponía labios en O, como un muñeca hinchable.


Yo, mirando al cielo, imploré ayuda al Santo Patrón de lo Exquisito, que nunca me falla, para que me inspirase una triquiñuela que me evitara aquel mal trago. ¡Y funcionó!

Convirtiéndo mi francés parisino en una especie de jerga criolla, para hacerme entender, hice creer a la obesa prostituta que había confundido aquel cutre puticlub con una tasca para comer. Y le dije, subiendo la voz: "Moi, manger. ¡Moi, ñam, ñam!".
Una de aquellas profesionales, digna de Botero, mal interpretando mis palabras, se quitó el batín floreado, y se tiró al suelo abriéndose de piernas.


Cuando finalmente comprendieron que yo no estaba hambriento de aquellas carnes, sino de otras viandas más comestibles, tras abonar unos cuantos billetes, me recalentaron un guiso negruzco de conejo, sobre unas brasas de carbón.

Mientras la mujer revolvía aquel engrudo en una sartén requemada, vinieron a mi mente imágenes de los trozos de carne medio podridos y cubiertos de insectos, que había visto expuestos a la venta en el mercado. Pero me lo tuve que tragar...

Mientras engullía el engrudo, las mujeres se pusieron a dar palmas y bailar, cantando un sorprendente estribillo: "¡Air France! ¡Swiss Air! ¡Pan American!"


Yo no recordaba que mi habitación de la Residence Dunham era tan agradable, hasta que vi esta foto digitalizada. En esa habitación pasé tres horribles y febriles días, de los que no quiero dar detalles, debido al tremendo envenenamiento.



Me habían dado gato por liebre, cocinado en su propia sangre. Durante los tres días siguientes me alimentaron con pan quemado, como trozos de carbón.



Ya mejorado, me dediqué a fotografiar los pocos edificios decentes de aquella "ciudad favela", de los que, tras el terremoto, ya no queda ni uno. Este era el Palacio Presidencial.










Pero la imagen de suciedad, abandono y pobreza extrema se me hizo cada vez más aterradora.


Me impresionaron mucho los hediondos riachuelos de aguas fecales, que fluyen por el centro de todas las callejuelas, entre las filas de barracas.

Niños descalzos y ratas chapotean, pisando la porquería flotante. Y eso puede verse, incluso, en el Iron Market.




He querido evitar mostrar las imagenes más duras de mi reportaje, pues bastantes se han emitido ya, tras la catástrofe producida por ese seísmo, de una magnitud nunca vista.



Hice muchas fotos a los llamados "Tap-Tap". Esos coloridos vehículos de transporte público, de distintos tamaños, que circulan por todas las calles. Cuando quieres apearte has de dar dos golpes: "tap, tap", y el conductor se detiene. De ahí su nombre.



Las pinturas naïf sobre las carrocerías suelen ir acompañadas por frases o imágenes religiosas.



"Voluntad divina".


"Dios, mi pastor".


"A la voluntad de Dios".



En los "Tap-Tap" pueden transportarse todo tipo de objetos, equipaje, animales o productos alimentícios.


Y no se ponen nunca limitaciones.

Una tarde recordé la dirección que el Dr. Thear me había dado, por si me interesaba asistir a una auténtica sesión de vudú. Paré un pequeño Tap-Tap vacío, y me llevo hasta una aldea de Souvenance.

Al llegar a mi destino, el conductor se abrió la bragueta y me preguntó sonriente: "¿Tu veux tic, tic, tic?

A lo que le contesté riéndo: "Tap-tap, oui. Tici, tic, no... ¡Merçi!"


Un curioso tapiz indicaba que allí había una sesión de vudú.



De un inmenso árbol colgaban, como adornos navideños, cabezas de animales sacrificados, en estado de putrefacción. Y, rodeando el tronco, varios cadáveres de palomas y gallos configuraban una especie de corona.

En la base del tronco había un charco pestilente de sangre cuajada. La visión y el hedor me provocaron arcadas, y estuve a punto de retirarme.



Imagino que los gallos muertos y ofrendados provenían, no solo de sacrificios vudú, sino también de las tan frecuentes y populares peleas de gallos.




Delante de unos miserables chabolos, un hombre esperaba a los participantes, y mencioné el nombre de Thear, a modo de contraseña.



El ochenta por ciento de los haitianos es católico, practicando un catolicismo un tanto sui generis. Pero el cien por cien practica ritos y crée en el vudú.


Para ayudar a entrar en trance se emborrachan.



Los Ounis, o tamborileros, acompañan a los cánticos para invocar a los espíritus.



Durante los rituales se sacrifican cabras, gallos e incluso vacas, en ofrenda a los espíritus.


Y se entregan a danzas frenéticas.



Y entran en trance.



Caen poseídos y se revuelcan por el suelo, controlados por los Hougans, sacerdotes que dirigen en todo momento las ceremonias.




El vudú llegó con los esclavos de Africa en el siglo XVI.





Una mujer enloquecida, tras comerse una tea encendida, introdujo la cabeza de una paloma blanca en su boca. La paloma aleteaba mientras se asfixiaba entre los dientes de aquella mujer.

El Ouni hizo un redoble con su tambor. Luego dió un golpe seco. La mujer apretó fuertemente sus dientes. Y la paloma cayó al suelo decapitada. Seguidamnete, la mujer, con una mirada enfervecida, me escupió a la cara la cabeza sangrante de la paloma.

Salí de allí zumbando!!! Y dediqué mis últimos días a buscar imágenes amables, como estas:





Me dediqué a la contemplación de la típica pintura naïf haitiana. Que refleja el carácter infantil del pueblo haitiano, paupérrimo, analfabeto y totalmente abandonado en la miseria.







Me bañé en maravillosas playas virgenes como Kayona.



Espero que, en un futuro próximo, estas playas sean un atractivo turístico que aporte medios para la reconstrucción de la capital y la mejora general del país.
Ahora, prácticamente, ya no existe Puerto Príncipe. Los pobres haitianos han sido víctimas de una cadena crónica de catástrofes naturales y humanas. Un desastre infernal de muy difícil solución.
El terremoto ha asolado una ciudad cuya imagen era ya desoladora. Yo deseo a Haití un futuro con importantes ayudas en sanidad y educación, sin más catástrofes naturales, y sin más corrupción política.

P.D.: El cuadro del Patrón de lo Exquisito fue un regalo-broma de Mª José Ankli.

17 comentarios:

Bea dijo...

Impresionante post!!! Si ya de por sí tu descripción del país es dramática, no quiero ni imaginar lo que, en realidad, debe de estar sucediendo allí! Qué terrible tragedia!
Aparte de esto, envidio tu vena aventurera! A mi seguro que me habría dado miedo hasta salir del hotel!!!
Un beso. Bea

Carlos Martorell dijo...

BEATRIZ: 20 años de dictadura corrupta son muchos años! Creo que desenterraron el cuerpo de Duvalier, padre, y jugaron al futbol con la cabeza. Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

¡Excelente periplo por ese Haiti paupérrimo, atrasado, carcomido por las desgracias naturales, el expolio de sus dirigentes, la religión, la superstición, el analfabetismo! Como siempre, me he reido tambien un montón con tus "experiencias surrealistas". Eres un "raconteur" genial, querido Carlos.
Sigo en Barcelona y el sabado regreso a Ibiza. Me pondré al dia con tus posts. Muchos besotes (no hace falta que me contestes por lo de tus ojos...) M.

Carlos Martorell dijo...

MERCHE:¡No te lo creerás! Hoy pensaba ¿Se habrá ofendido Merche por algo?
Encontraba a faltar los comentarios de la pionera en este Blog.
No sabes cuánto me cansa el estar horas delante de la pantalla. Y en la última revisión me dicen que aparte de mi hipermetropía, que es el problema de mis ojos, tenía algo de astigmatismo y HA DESAPARECIDO!!
Pero yo no noto la difrencia. Cuando dejé unos días de contestaros fue debido a un cliente italiano. Nos comunicabamos con su empresa por e-mail. Y me bombardearon y me agotaron durante 2 meses!!! Y no podía más de ordenador.
Te envío un abrazo muy fuerte y cuando tenga sobredósis de trabajo contestaré menos.

Merche Pallarés dijo...

No, no me ofendí. El caso es que he estado más de un mes fuera de Ibiza entre Madrid y Barcelona. Aquí buscando casa que mi hermano quiere comprarme y operación de juanete en la Dexeus. No he tenido tiempo de nada, ni de leeros a mis admirados bloggers y, mucho menos, hacer comentarios. Veo que me he perdido algunos tuyos muy interesantes. En cuanto vuelva, me pondré al dia.
Me parece muy bien que cuando estés muy liado no contestes. Nos pasa a todos. Muchos besotes, M.

Carlos Martorell dijo...

MERCHE: Gracias! Un fuerte abrazo!

Laura A (Ibiza ) dijo...

Bueno me parece que estas últimas semanas nos hemos "dispersado" todos un poquito.
!Qué aventura Carlos! A mi también me ha impresionado ver y leer la situacuión que ya tenía Haiti, ahora el horror debe estar en cada rincón de sus calles.
¿Habéis visto la foto del bombero con el niño pequeño que acaba de rescatar de los escombros?? es impresionante.
Carlos me alegro que tu vista haya mejorado y Merche un beso muy grande, a ver si este año te veo en Ibiza.
Un saludo a todos

Carlos Martorell dijo...

LAURA A: Lo que me maravilla es que las personas aguanten varios días bajo kilos de escombros, sin comer ni beber, y casi sin poder respirar. Que horripilante sensación de soledad, impotencia y claustrofobia. Estás tranquilamente en tu casa, y en un minuto se te cae el mundo encima! Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me ha enantado este post. Lo estaba esperandooo
Me encantan las fotos. Hay algunas impresionantes.
Rescata más viajes y así nos cuentas.
Besos
Tania

Carlos Martorell dijo...

TANIA: Tengo miles de diapositívas desde los 60, de mucho viajes. Lo malo es seleccionarlas y luego darlas a digitalizar sale muy caro.Un abrazo!

Unknown dijo...

Hola Carlos!
Me ha fascinado tu relato de Haití. Yo también fui varias veces a Puerto Príncipe a finales de los 90, y me impactó. Me solía quedar en el Hotel Montana, y me reunía con el gobierno en el Palacio Nacional, derrumbados hoy los dos tras el terremoto.
A pesar de tanta suciedad y miseria, Haití me produjo siempre una atracción extraña, como una suerte de magia..Me encantaba la música que se escuchaba en la radio del coche mientras bajábamos por las colinas de Petionville, aquellas canciones interninables en creole, "compass" creo que se llamaba el ritmo. Las viejas casonas "ginger-bread", la bahía..

Hayun libro de Fermor, los violines de Saint Jacques, sobre una isla caribeña francófona y sofisticada que fue destruída por un volcán. Es como un guiño velado al Port-au-Prince colonial, y a su desaparición.

Enhorabuena por tus fotos. Son fantásticas.
Pobre pueblo haitiano.
Un abrazo

Carlos Martorell dijo...

CARLOLORA: Unos días después de escribir este post encontré otro album de diapositívas de Haití, con fotos de los cementerios y de Jacmel. Ahora me gustaría encontrar un sponsor para hacer una exposición totalmente benéfica.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Impresionante, me ha gustado mucho sobre todo la gracia con la que cuentas todo lo que te pasó! Pobre país, qué será de ellos...

Un beso

Carlos Martorell dijo...

BRIOCHE: Haití es un país paupérrimo, analfabeto, y con gobernantes super corruptos. Se harán pingües negocios sucios con gran parte de la ayuda, y no te cuento con los envíos de millones y millones de divisas que les están llegando descontroladamente... Un abrazo!

Anónimo dijo...

Qué triste Carlos, qué mundo horrible... Conocía a la española fallecida en la sede de la ONU, ella dio su vida por el pueblo haitiano y allí, desgraciadamente, no hay nada que hacer... me desmoraliza pensar en ella, era toda optimismo, fuerza y buen humor... y siento que su muerte no ha valido para nada, no veo futuro alguno allí.

Un beso.

Unknown dijo...

Tu pagina me parece una reverenda estupidez , tus argumentos idiotas, digno de un ignorante, sobre la tradicion bimilenaria de la Iglesia, me parece una idiotes y todos los que usan el argumento de la riqueza de la Iglesia para atacarla, primero lee, sobre los miles de orfanatos,asilos de ancianos, obras paias que se hacen. Y todas las religioens tiene su parte de boato y si se quiere lujo, que es en reverencia a Dios y a los hombres tambien les entra eso. Por otro lado aunquie la Iglesia vendiera todo el Vaticano para palear el hambre en Africa u otros paises cuanto alcanzaria esa plata y la Iglesia sin andas de dinero, seria deborada por sus enemigos y por gente estupida que opina como Usted me da asco su blog

Carlos Martorell dijo...

JOSE LUIS VENTRICE:
He leído su perfíl con su Salve Regina. Muy devoto!
Y como es tan fanático e insulta con tanto fervor, si me reza tres Credos y seis Padre Nuestros, le perdono.
Por cierto: estoy preparando una exposición solidaria para niños de Haití, dentro de unos 45 días. Se han volcado muchas empresas de Barcelona para colaborar, y busco un destinatario no corrupto en Haití.
Bueno Ventrice, menos escudos con cruces y menos rabietas beatas, y sea solidario Ud. también.