miércoles, 9 de abril de 2008

GENTE CON DOS O MÁS CARAS...

400 años antes de Cristo, Aristóteles dijo acerca de la hipocresía: No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo, y bajo el mismo aspecto. Y siglos más tarde, Molière afirmó: La hipocresía es el colmo de todas las maldades.

En la antigua Grecia, el hypocritis era el actor de teatro, enmascarado y disfrazado. Hoy, definimos la hipocresía como el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se sienten o experimentan. Y es muy frecuente encontrarnos con personas con muchas caras, y bastante duras. La hipocresía es una falta de autenticidad.

La buena educación y las sofisticadas normas de conducta nos obligan, en muchas ocasiones, a ser hipócritas light, y a decir lo contrario de lo que estamos pensando. Pero eso serían inofensivas mentiras piadosas. Pongamos el caso de una persona a quien te encuentras por la calle y se queja de estar cansada, y de tener mala cara. Lo correcto, ya que uno no es médico, sería tranquilizarla diciendo educadamente: "Pues yo no veo que tengas tan mala cara". La diplomácia es una forma de refinada hipocresía.

Hay casos en que el hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, incluso más que para engañar a los otros. Ese espécimen acaba también por creerse sus propias mentiras, a fuerza de contarlas repetidamente.

Además de la educación está el pudor. El pudor es también una forma muy corriente de hipocresía, que consiste en decir, rara vez, lo que uno piensa.

Yo soy pudoroso, prudente y educado, un cóctel imprescindible para ejercer mi profesión de Relaciones Públicas. Pero esta cívica combinación me ha convertido en ocasiones en un guerrero sin escudo, frente al maleducado, al borde, al egoísta, al abusador, o al ingrato.

Durante muchos años he soportado pacientemente críticas y desaires, y tragado sapos, como una de esas pobres ocas con las que se hace el foie gras. Hasta que, debido a que ya peino algunas canas, he comprendido que me ha llegado el momento de reaccionar, y de poner en su sitio, con cuatro palabra justas, a todas esas personas con varias caras de cemento armado.

Reservando todo mi amor, amabilidad, generosidad y simpatía, unicamente para todas aquellas personas que merezcan esas gentilezas y ese buen trato de mi parte.

Yo, que no soy nada violento, con esos elementos de doble cara dura, me he vuelto implacable. No en vano en la Sagradas Escrituras se dice: "Teme la ira de los justos".

Sinembargo, tener doble faz, no parece ser un defecto en Gautam Budda Nagar, un pueblo a las afueras de Nueva Delhi, en India, donde ha nacido Lali, una pobre niña con una monstruosa malformación.

Debido a una duplicación cráneofacial, Lali tiene cuatro ojos, dos narices y dos bocas, razón por la que todo el pueblo la venera como la reencarnación de la diosa Durga, divinidad que tiene tres ojos y varios brazos.

A los pies de Lali, vecinos y peregrinos, encienden velas, queman incienso, depositan ofrendas florales, alimentos, e incluso monedas, esperando ingenuamente a que se produzca un milagro.

El padre de Lali, un granjero de 23 años, ha rechazado por el momento la cirugía. Y el alcalde de Gautam Budda Nagar ha declarado: "Lali es un regalo para nosotros, y ha traido la fama a nuentro pueblo", y el hombre ya está pensando en construir un templo en honor de la niña de las dos caras.

Yo conozco a muchos que debido a su"duplicación facial" han conseguido la fama en nuestro país.
Y espero que el dinero que pudiese invertirse en hacerles un monumento se destine a solventar los gravísimos problemas que estamos teniendo por la falta de agua.

Fotos vía Flickr: Mister Dalton, Andrea.albores, jimeli1.

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