martes, 29 de abril de 2008

TALA DE ENCINAS EN EL TIBIDABO


Para instalar una montaña rusa, de 718 metros, en el Parque de Atracciones del Tibidabo, el Ayuntamiento de Barcelona ha dado el permiso para talar encinas, de una especie catalogada y en un bosque centenario. Para la obra se invertirán tres millones de euros.

La tala ha soliviantado a vecinos, ecologístas y políticos de la oposición como: CIU, PP y ERC, que instan al Alcalde a parar el proyecto. Xavier Trias quiere llevar el tema a los tribunales, y el Alcalde Jordi Hereu le contesta que será un "brindis al sol", porque el terreno afectado está calificado como "Equipamiento Parque de Atracciones".
La fecha de la obra coincide, casualmente, con los últimos trámites para declarar Collserola Parque Natural. Yo vivo al final de la Avenida Tibidabo, y soy testigo de como, mordisco a mordisco, grandes constructoras como Nuñez i Navarro, entre otras, se están comiendo la falda de Collserola.


Miembros de la Asamblea pro Bosques del Tibidabo se encadenaron a los troncos, pero sin el éxito conseguido en Madrid por la Baronesa Thyssen. Ya se han recogido más de 30.000 firmas. Y la Plataforma SOS Tibidabo y la Associació per la Defensa de Collserola han llevado a cabo acciones de protesta, como el "secuestro" de la atracción del avión, para colgar una pancarta.



Pero todo será inútil. En vez de plantar árboles, los talan. Y luego se quejan de que no llueva.


Fotos: Masats, y via Flickr: Picnic.ciao, Basado en Hechos Reales, Beluga terrestre, Jose Garrido.

jueves, 17 de abril de 2008

UNA BAJADA DE PANTALONES


Estaba cenando en casa de Diana Vreeland, entonces directora del Costume Institute del Metropolitan Museum de Nueva York, y mientras contemplaba un cuadro con el grabado de un gato, a mi espalda, escuché una voz mortecina que me susurró:
-Tú qué crees… ¿Es macho o hembra?

La pregunta me pareció absurda. Me di la vuelta y me encontré frente a una cara lívida, enfermiza, cubierta por un cutis estropeado, con una expresión tímida, y bajo una peluca blanca y despeinada, que parecía haberle caído del techo.

Era Andy Warhol, seguido por sus inseparables Bob Colacello (Redactor del Andy Warhol’s Interview), Fred Hugues (Productor de La Factory), y los bellos gemelos Jed y Jay Johnson. Jed era el amigo de Warhol, y su hermano Jay, era un jovencito decadente, que estaba casi siempre “colocado”.

En las “cortes” que arrastran las celebridades siempre hay muchos celosos. Por esa razón, Jay Johnson, interrumpió mi encuentro con Andy, formulándome una pregunta aún más absurda, empleando un desagradable tono, lánguido y afeminado:
How big is your sex? (¿Es grande tu sexo?).
A littlte bigger than your brain! (Un poco más grande que tu cerebro)- contesté tajante a aquel joven que yo no conocía de nada.

Andy esbozó una tímida sonrisa. Le había hecho gracia mi rápida y cortante respuesta. Y al finalizar la cena me citó para almorzar, al día siguiente, en Max’s Kansas City, un local underground y un tanto cutre, que entonces estaba muy de moda. Recuerdo que Andy, con su bolígrafo, garabateó un dibujo sobre el mantel individual de papel, cosa que solía hacer en cafés y restaurantes. Y yo fui tan tonto que no me lo llevé.

Su deteriorado físico y su precaria salud se debían a los tiros que le había disparado, a boja jarro, Valery Solanas, una joven lesbiana, prostituta y sin techo, que solía rondar por La Factory, y que responsabilizó, injustamente, a Andy por haber sido ridiculizada en un importante programa de televisión, en el que presentó su “Scum Manifesto”, un texto demoledor contra el macho y en pro de su castración. En uno de los libros de Avedon puede verse la foto del busto desnudo de Warhol, totalmente cubierto por horribles cicatrices en zig-zag.

Saliendo de Max’s Kansas City, Andy me enseñó La Factory, y me sugirió que pasara por allí cuando quisiese.

Y así lo hice. En La Factory tuve el privilegio de coincidir con todo tipo de seres extravagantes y vanguardistas, junto a personajes como: Truman Capote, Basquiat, Liza Minelli, Migg y Bianca Jagger, Paloma Picasso, Divine, o Elisabeth Taylor; y también pude ver a famosos músicos, aristócratas y políticos. Yo tengo una gran colección de diapositivas con imágenes de muchas de estas personalidades.


No solo entraba y salía a menudo de La Factory, además Warhol me permitió también fotografiar sus cuadros, mucho antes de que fueran expuestos en galerías, como la Leo Castelli, en Soho, donde se vendió el primer cuadro con la famosa lata de sopa de tomate Campbell’s, lamentablemente convertida, en España, en imagen de un programa de cotilleo de televisión. La última lata Campbell’s, de Warhol, se ha vendido por la friolera de 8’5 millones de dólares.

Yo creo que Andy no tenía ni idea de dónde estaba Barcelona, y por eso me dejaba fotografiar todo su trabajo en primicia. Yo enviaba las fotos al periódico La Vanguardia y a la revista La Gaceta Ilustrada, ambos del Grupo Godó.

Fotografié los retratos de Farha Diva, Dianne Von Fürstenberg, Mao Tse Tung, y muchos más. Y me gustó especialmente la colección de cuadros de zapatos de tacón, porque Andy usó polvo de la talla de diamantes para enriquecer la textura de sus lienzos.

Como en aquellos años, en España, prácticamente nadie sabía quién era Warhol, por mis fotos, entrevistas y textos me dieron cuatro duros. Pero, sorprendentemente se publicaron. Con mis diapositivas de Nueva York llegué incluso a hacer alguna contraportada de La Vanguardia, y a todo color.

En una ocasión, y no hay que olvidar que estábamos en tiempos de Franco, La Gaceta Ilustrada publicó mis fotos de la exposición “Hoces y Martillos”, de Warhol. Y, en consecuencia, al presidente del Grupo Godó le llegó una carta, en la que el Ministerio de Información y Turismo manifestaba su indignación.


Aún conservo las cassettes con las entrevistas que le hice a Andy. Tarea harto difícil, pues contestaba con muchos monosílabos, o me respondía con un: “¿Y tú que piensas?” Como si el entrevistado fuese yo. Pero no sólo era parco en el habla. En 1977, me dedicó su libro “Filosofía de Andy Warhol”, y cuál fue mi sorpresa cuando al leer la dedicatoria vi que tan solo había firmado una “A”.

Una noche coincidimos en una cena de gala en la discoteca Studio 54. La etiqueta exigía traje largo y esmoquin. A la cena asistía, también, la madre del entonces Presidente Jimmy Carter. A Lillian Carter, una mujer tímida, insegura y poco agraciada (pues se parecía a Copito de Nieve) la sentaron entre Andy y el famoso diseñador Halston.

Lillian Carter no supo qué cara poner cuando del techo, y sobre el escenario, vio bajar una enorme luna, en cuarto creciente, llorando lágrimas hechas con luz. Seguidamente, se acercó a la nariz de la luna una inmensa cuchara cargada con cocaína (hecha con pequeñas bombillas blancas). La luna esnifaba esas luces, que simulaban cocaína, e inmediatamente se ponía a sonreír. El show de la luna era uno de los más famosos decorados móviles de Studio 54.


Pero ese no fue el único mal trago de la noche para la madre del Presidente. Al poco rato, vi como Warhol se levantaba de la mesa y, ante el estupor de la Señora Carter y de sus agentes de seguridad, Andy empezó a bajarse los pantalones.
¡No podía creer lo que veían mis ojos! Afortunadamente, bajo el pantalón de su esmoquin, Andy llevaba sus inseparables vaqueros Levy Strauss. La bajada de pantalones resultó ser otra de sus escandalosas excentricidades.


En 1979, para celebrar la reapertura y redecoración de Loewe, en el Paseo de Gracia, de Barcelona, organicé un evento con un espectacular desfile. Y Warhol me envió a Bob Colacello, que publicó en Interview cuatro páginas de la inauguración. Entonces Loewe solo producía cuero pero, para aquella ocasión, se hicieron varios trajes largos, y yo diseñé todos los sombreros para el desfile, en el que las modelos llevaban cachorros de tigre vivos entre sus brazos.

Un mes más tarde, aparecí fotografiado en el Interview, apoyado en el enorme mamut de piedra del Parque de la Ciudadela, junto a Loulou de La Falaisse, que había asistido al desfile de Loewe. Y cómo los americanos tienen un ramalazo muy infantil, y yo no era nada importante, en la foto, el mamut se ve enorme y yo diminuto.


Y cuando Loewe abrió tienda en el edificio Trump Tower, de Nueva York, publiqué una foto en la que Warhol y yo estamos sentados delante de dos cuadros del famoso rascacielos.

Nos vímos por última vez en Madrid, en una concurrida cena en el Palacio March.
Cuando Andrew Warhola, así se llamaba Andy Warhol, falleció el 22 de febrero de 1987, con tan solo 59 años, publiqué una esquela con unos cuarenta nombres de las personas y personajes que más relevancia habían tenido, en su tan creativa, polifacética y corta vida.


Fotos: Carlos Martorell, y via Flickr: 7 Seconds of love,Vivavar,Madcrow,Planetschwa.

martes, 15 de abril de 2008

ALGUNA INCURSION EN LA DECORACIÓN DE LOCALES PUBLICOS


Este retrato, en el restaurante Finisterre, se publicó en HOLA, en 1984, a doble página, para una publicidad de White Horse, con el slogan: "White Horse off course".


Fue tras finalizar la redecoración del restaurante Finisterre, en la Avenida Diagonal de Barcelona. Para esa obra elegí como valiosa colaboradora a Estrella Salietti, que estaba muy al principio de su exitosa carrera. Un año más tarde nos asociamos para decorar el bar musical Soho Café.


Fue un placer ver que al Finisterre, cuya decoración quedó espectacular, acudía la clientela más relevante de la ciudad. Y fue triste ver que, por desavenencias entre la dirección y la propiedad, el restaurante cerrára unos años más tarde.

Por suerte, no creo que llegue a tener el mismo final el restaurante L'Indret de Semon que, en los últimos años, he redecorado ya en dos ocasiones.


He visto sentados en las mesas de L'Indret de Semon a importantes personalidades del mundo empresarial como: José Manuel Lara, de Planeta, los perfumistas Puig, Isak Andic, de Mango, Alberto Palatchi, de Pronovias, Javier de Godó, Arturo Suqué, los hoteleros Soldevila, o Enrique Lacalle; a políticos como: Jordi Pujol, Maçia Alavedra, o Ana Birulés; a eminentes médicos como: Santiago Dexeus, o Javier de Benito; a intelectuales como: Camilo José Cela y Gabriel García Márquez; a personajes como: Anthony Quinn, Elle MacPherson, Ben Gazzara, o Nati Abascal; a presidentes del Barcelona como Nuñez o Laporta; a gastrónomos como Rafael Ansón; y también a muchos miembros de la aristocrácia.

Y, de entre ellos, yo recuerdo haber invitado a comer a L'Indret a la Princesa Mª Gabriela de Saboya, al Principe Ernesto de Hanover, a la Princesa Lee Radziwil (hermana de Jackie Kennedy), a la Princesa Mafalda Von Hesse, y a muchos otros amigos del extranjero.

Recuerdo también haber visto varias veces a la Infanta Doña Cristina, con su esposo el Duque de Palma de Mallorca.

Y algo que me ha causado un gran placer es que, en un muy corto espacio de tiempo, he visto dos veces al Rey compartiendo mesa en L'Indret, con algún íntimo amigo.

Entre el Rey y la propietaria, Maria Vidal, hay buena sintonía, y Don Juan Carlos parece sentirse muy cómodo en el relajante ambiente, en tonos gris pálido, de este acogedor restaurante, en el que se sirve una cocina excelente.

También remodelé el restaurante Semon de Madrid, lugar que elegí para la presentación madrileña de mi segunda novela "La memoria enjaulada".

En el 2007, junto a Fabrizio Sari, redecoré el restaurante-bar-cafeteria El Nou, en la calle Santa Fe de Nou Mexic, concurrido durante todo el día, también por una clientela de muy alto nivel.





Me gusta la decoración efímera de los eventos que organizo, pues no hay que tirar paredes, ni hacer regatas, ni ensuciar, como ocurre en todas las obras importantes.

Aunque me interesa todo lo que esté relacionado con mejorar la estética de cualquier cosa , la decoración, cuando requiere una gran obra, no me divierte. Por eso nunca me he ofrecido para decorar, siempre han sido amigos o conocidos quienes me han encargado una obra, como quien pide un favor.

Fotos: Antoni Bernad, Joan Masats,Toni Catany.

domingo, 13 de abril de 2008

LA FABULA DEL VIEJO ZORRO Y LA MARMOTA

Mi amigo el arquitecto Oscar Tusquets me llevó un día a la casa de Salvador Dalí, en Port Lligat, y me presentó al genio y a Gala. El año anterior, 1967, Dalí había diseñado la invitación a la Cena de Gala del VI Congreso de Angiología, presidido por mi padre. Esa fue mi tarjeta de presentación.


Los cuatro puntos cardinales hoteleros de Dalí eran: El Meurice, en París; el Saint Regis, en Nueva York; el Palace, en Madrid; y el Ritz, en Barcelona. Yo tuve encuentros con Dalí en esos cuatro hoteles. Y fue en el Ritz donde vi por segunda vez al célebre pintor. Además de encantarme su pintura, Salvador Dalí y sus desbordantes excentricidades me fascinaban.
Cuando yo vivía en Ibiza, y pasaba un par de días en Barcelona para visitar a mi familia, me instalaba en el Ritz. El entonces Presidente, Antonio Parés, generoso amigo y conocedor de mi precaria economía, me hacía pagar el simbólico precio de mil pesetas por noche. ¡Un verdadero chollo!
Una tarde, mientras pedía mi llave a Pascual, mi conserje favorito, vi con asombro pasar un caballo blanco, al que hicieron subir, a regañadientes, por la escalinata alfombrada, para llevarlo a la Suite Real, donde estaban instalados Gala y Dalí. El caballo, asustado, dejó un apestoso y voluminoso regalo delante de la puerta de la suite. En el Ritz, por las tardes, Dalí reunía a un grupo de amigos y personalidades de distintos ámbitos, y tuve el privilegio de ser invitado por Antonio Parés a entrar en la Suite Real.
Aquella misma noche, acabamos en la discoteca Boccaccio, acompañados por la cantante Fraçoise Hardy y la bella venezolana Mercedes Olavarría. Dalí estuvo todo el rato jugando con el nervioso ocelote de Peter Moore, entonces su secretario, y conocido como “El capitán”.
En Nueva York acudí, acompañado por Amanda Lear, musa del pintor, y Carmen D’Alessio, relaciones públicas de la discoteca Studio 54, a un original happening que Dalí había institucionalizado, todos los domingos, a las cinco de la tarde, en un salón del Hotel Saint Regis.
Dalí se sentaba en un trono, como un emperador al que había que distraer. Unos candelabros alumbraban sugerentemente la sala, en la que actuó un grupo de ballet erótico-moderno, en el límite del porno. Recuerdo que Gala, al entrar en la oscuridad de la sala, fue deslumbrada por el fogonazo de un flash de un fotógrafo de Paris Match, y le propinó, en la cabeza, un tremendo porrazo, con el pesado mango de oro del célebre bastón que perteneció a la actriz Sarah Bernard.

Unos días más tarde, en el Saint Regis, entrevisté para La Gaceta Ilustrada, a Amanda Lear, a quien fotografié cubierta con mi abrigo de marmotas, que yo había comprado en los carísimos almacenes Saks Fifth Avenue, de Nueva York, gracias al enorme descuento que me hizo mi amigo Fernando Sánchez, diseñador de Revillon, la más prestigiosa marca de peletería del mundo, en aquel momento. Yo estaba enamorado de mi abrigo. Un capricho de joven presumido y muy friolero. Y Dalí me hizo grandes elogios de aquella prenda.
Poco a poco, Dalí y Gala se iban familiarizando con una cara a la que no acababan de ponerle nombre. En Madrid, en un salón oval de su suite del Palace, asistí a una reunión en la que estaban presentes, sentados en corro, el productor teatral Colsada, la vedette Tania Doris, el Duque de Cádiz, la fotógrafo Sylvia Polakov, y Sabater, su nuevo secretario, entre otros que ya no recuerdo. A Sylvia Polakov, especialista en pequeños desastres, se le atascó el dedo índice en el gatillo de la pistola de Sabater, que se había caído al suelo, y casi tuvimos un disgusto.

El grupo, como siempre, era muy variopinto. Yo estaba sentado a la izquierda de Gala, a quien Dalí, sentado en el polo opuesto del círculo, no quitó ojo en todo momento.

Las únicas palabras, en francés, que Gala me dirigió en toda la tarde, con un sensual retintín, fueron: “Creo que por su casa de Ibiza pasa una gente muy atractiva…” Me sorprendió que supiese que yo vivía en la isla.

En Paris, pasé un mes para echar una mano al arquitecto Ricardo Bofill, que estaba instalando un estudio para intentar vender, al Gobierno de Giscard D’Estaing, el importante proyecto “La Ciudad en el Espacio”, tras haber sido rechazado por el gobierno de Franco. Finalmente, Ricardo consiguió llevar a cabo su importante proyecto, en la localidad de Cergi Pontoise.

Aquel año, a Salvador Dalí le correspondió la creativa tarea de diseñar un número especial de la revista Vogue Francia.


Antes de la presentación de la revista, que tuvo lugar en Maxim’s, unas cuantas personas nos reunimos con Dalí, en su suite del Hotel Meurice.

Llegué con demasiada puntualidad, acompañado por Loulou de la Falaise, brazo derecho de Yves Saint Laurent.

Un barbero le estaba poniendo tieso el bigote, mientras un panadero exiliado daba un último toque a unos muebles espectaculares, con formas daliniánas, que había realizado en pan, para el pintor.

Hacía mucho frío y yo llevaba puesto mi abrigo de marmotas. Me sorprendió que Dalí me ayudase a quitarme el abrigo, como se hace con una señora. No lo dejó sobre el banco del hall de entrada, y me extrañó el hecho de que lo colgase en el armario de su habitación, algo que pude ver gracias a un juego de espejos. Pero no le di importancia.

Cuando llegó el momento de ir a Maxim’s, mi abrigo no aparecía. Y al pedírselo a Dalí, puso cara de no saber de qué le estaba hablando. Insistí y le recordé que lo había colgado en su armario.

Dalí era un apasionado de las pieles. Tenía muchos abrigos de pieles. Incluso en la foto que se publicó días antes de su fallecimiento, llevaba puesto un gorro de armiño.

Tras mi insistencia, entró en su habitación, y regresó con un viejo abrigo de zorros, que estaba hecho unos zorros (valgan la redundancia y la cara dura).

Dalí pensaba, seguramente: “Este jovencito no va a protestar al genial Saaaaaalvador Daliiiiiiií, y le voy a dar el cambiazo”.



Pero no lo consiguió. Tras descolgar de la percha personalmente mi abrigo de marmotas, y devolver a Dalí sus viejos zorros, salí de la suite, y observé que su engominado y famoso bigote perdía rigidez. El genio se llevó un chasco y estuvo a punto de necesitar, de nuevo, al barbero.

Moraleja:
Aunque el zorro sea muy listo y muy viejo
A la joven marmota no le birlará el pellejo.

Fotos via Flickr: Victor Mira, jkazius, ilebiju.

miércoles, 9 de abril de 2008

GENTE CON DOS O MÁS CARAS...

400 años antes de Cristo, Aristóteles dijo acerca de la hipocresía: No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo, y bajo el mismo aspecto. Y siglos más tarde, Molière afirmó: La hipocresía es el colmo de todas las maldades.

En la antigua Grecia, el hypocritis era el actor de teatro, enmascarado y disfrazado. Hoy, definimos la hipocresía como el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se sienten o experimentan. Y es muy frecuente encontrarnos con personas con muchas caras, y bastante duras. La hipocresía es una falta de autenticidad.

La buena educación y las sofisticadas normas de conducta nos obligan, en muchas ocasiones, a ser hipócritas light, y a decir lo contrario de lo que estamos pensando. Pero eso serían inofensivas mentiras piadosas. Pongamos el caso de una persona a quien te encuentras por la calle y se queja de estar cansada, y de tener mala cara. Lo correcto, ya que uno no es médico, sería tranquilizarla diciendo educadamente: "Pues yo no veo que tengas tan mala cara". La diplomácia es una forma de refinada hipocresía.

Hay casos en que el hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, incluso más que para engañar a los otros. Ese espécimen acaba también por creerse sus propias mentiras, a fuerza de contarlas repetidamente.

Además de la educación está el pudor. El pudor es también una forma muy corriente de hipocresía, que consiste en decir, rara vez, lo que uno piensa.

Yo soy pudoroso, prudente y educado, un cóctel imprescindible para ejercer mi profesión de Relaciones Públicas. Pero esta cívica combinación me ha convertido en ocasiones en un guerrero sin escudo, frente al maleducado, al borde, al egoísta, al abusador, o al ingrato.

Durante muchos años he soportado pacientemente críticas y desaires, y tragado sapos, como una de esas pobres ocas con las que se hace el foie gras. Hasta que, debido a que ya peino algunas canas, he comprendido que me ha llegado el momento de reaccionar, y de poner en su sitio, con cuatro palabra justas, a todas esas personas con varias caras de cemento armado.

Reservando todo mi amor, amabilidad, generosidad y simpatía, unicamente para todas aquellas personas que merezcan esas gentilezas y ese buen trato de mi parte.

Yo, que no soy nada violento, con esos elementos de doble cara dura, me he vuelto implacable. No en vano en la Sagradas Escrituras se dice: "Teme la ira de los justos".

Sinembargo, tener doble faz, no parece ser un defecto en Gautam Budda Nagar, un pueblo a las afueras de Nueva Delhi, en India, donde ha nacido Lali, una pobre niña con una monstruosa malformación.

Debido a una duplicación cráneofacial, Lali tiene cuatro ojos, dos narices y dos bocas, razón por la que todo el pueblo la venera como la reencarnación de la diosa Durga, divinidad que tiene tres ojos y varios brazos.

A los pies de Lali, vecinos y peregrinos, encienden velas, queman incienso, depositan ofrendas florales, alimentos, e incluso monedas, esperando ingenuamente a que se produzca un milagro.

El padre de Lali, un granjero de 23 años, ha rechazado por el momento la cirugía. Y el alcalde de Gautam Budda Nagar ha declarado: "Lali es un regalo para nosotros, y ha traido la fama a nuentro pueblo", y el hombre ya está pensando en construir un templo en honor de la niña de las dos caras.

Yo conozco a muchos que debido a su"duplicación facial" han conseguido la fama en nuestro país.
Y espero que el dinero que pudiese invertirse en hacerles un monumento se destine a solventar los gravísimos problemas que estamos teniendo por la falta de agua.

Fotos vía Flickr: Mister Dalton, Andrea.albores, jimeli1.

domingo, 6 de abril de 2008

UNA FAMILIA CREATIVA

En tan solo un mes he asistido a la presentación de un libro escrito por mi sobrino, y colaborador de El PAÍS, Borja Vilaseca Martorell; y a la exposición de cuadros de mi sobrino Sergio Piera Martorell.


"Encantado de conocerme", de Plataforma Editorial, explica qué es y cómo funciona el Eneagrama, una herramienta de autoconocimiento, muy eficaz para conocerse mejor.

Las tendencias de comportamiento que describe el Eneagrama, basadas en nueve modelos mentales, pueden ayudarnos a saber por qué somos como somos, y ayudarnos también a descubrir la persona que podemos llegar a ser.

Esta herramienta psicológica está resultando de gran utilidad, también, a los departamentos de recursos humanos de muchas empresas, y a psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas.

Dos semanas más tarde asistí, en el Forum del Fad, a la exposición de cuadros de Sergio Piera Martorell.


Los beneficios obtenidos por la venta de los cuadros expuestos, y de unas camisetas diseñadas también por este otro sobrino mío, se destinaban a la Fundación Nirname, pro Derechos Humanos.

Para la realización de estas originales y muy trabajadas obras, de 2 metros por 1, Sergio Piera ha empleado una técnica mixta con impresión Durst-RHO 600, en Poliéster plata sobre Dibond aluminio.


No es de extrañar que 46 de estas obras partan, en breve, para los Estados Unidos, para ser expuestas, durante los meses de mayo y junio, en el Time Warner Center de Nueva York; y, en octubre, en una exposición individual en Orlando.


Me siento orgulloso por tener familiares tan creativos.

viernes, 4 de abril de 2008

EXPOSICION DE JOYAS NARDI


Sr. Samaranch, Condesa de Godó, Princesa de Tirnovo y Alberto Nardi
En el Salón Dorado del Círculo Ecuestre, de Barcelona, organicé una exposición de las preciosas y artesanales joyas del prestigioso joyero veneciano Alberto Nardi.

El antigüo salón recordaba la atmósfera de la joyería Nardi, sita cen la misma Plaza San Marcos de Venecia.

La encantadora Miriam Ungria, esposa del Principe Kardam de Tirnovo, y representante para España de la marca, recibió a los invitados junto a Alberto Nardi.

Las primeras horas se dedicaron exclusivamente a los medios informativos.

Entre las más de trescientas personas de la alta sociedad de Barcelona, que acudieron a la breve exposición, pues solo duró dos días, saludamos a: Juan Antonio Samaranch, siempre bien acompañado por Luisa Sallent, la Condesa de Godó, Arturo y Carminchu Suqué, Eva Soldevila, Susana Palatchi, Mercedes de Sarriera, Paco y Mercedes Gaudier, Carmen de Robert, los Marqueses de Barbará, Sol Daurella, Mercedes Recolons, Alfonso Riviere, Dolly Fontana, Manolo Carreras, Antonio Basso, y Soledad Desvalls, entre muchos otros amigos.


Los célebres Morettos, que tanto lucieron la Princesa Gracia de Mónaco, la Reina Paola de Bélgica, Ingrid Bergman y otras muchas celebridades, fueron la atracción de la exposición. El Moretto es el sello distintivo de Nardi. Una magnífica miniatura del moro veneciano en forma de broche.


Hubo hasta una competición, pues alguna de mis amigas llegó con el broche Moretto en la solapa. La Sra. Hidalgo confesó poseer cinco, a lo que Mar Alvarez replico: "¡Pues yo tengo siete!". Sugerí a Nardi que le diseñase a Mar Alvarez una "Negranieves" para sus siete Morettos.

Al final de la exposición no quedaron Morettos. Yo, debido a mi precaria economía, con dos trozos de croqueta de un frugal catering, atravesados por un palillo, me confeccioné un broche al que bauticé El Croquetto, nombre con el que Jacob Bendahan ha decidido llamar a los Morettos falsos. Pues, hoy día, de todo lo bueno hay copias.

El broche final lo puso la discreta y elegante aparición de S.A.R. la Infanta Doña Cristina, gran amiga de Miriam Ungria. Y me hizo recordar una foto de S.A.R la Infanta Doña Elena, luciendo dos Morettos en la solapa de un traje de chaqueta rojo.



Fotos: Masat

LA JUSTICIA Y EL CASO MARI LUZ

Si una imagen vale más que mil palabras. Con dos imagenes como estas, ya ni te cuento ...
LA JUSTICIA ESPAÑOLA ES:




Fotos via Flickr: amanecer2008 y Michael448.