viernes, 29 de febrero de 2008

NEGRA COCAINA


Hace unos días, la Guardia Civil incautaba un importante alijo de cocaína. La droga había sido infiltrada en una placas de goma negra, que conformaban las paredes o el fondo de unas bolsas de viaje.
Esa cocaína, de no haber sido incautada, habría tenido que pasar por varios procesos químicos y decolorantes, y al final habría sido cortada con cualquier porquería. Y, convertida en un mierdoso polvo, habría llegado al organismo del consumidor.

Un estudio, realizado por el Instituto de Investigaciones Químicas Ambientales de Barcelona, del CSIC, que analizó las aguas residuales de la depuradora de El Prat, reveló que, en el área metropolitana de Barcelona, el consumo medio de cocaína es de 73.000 dosis diarias.

España se ha convertido en el mayor consumidor de Europa. La cocaína sutituye, para muchos trabajadores, al carajillo matutino, pues ha dejado de ser una droga elitista. Y como los billetes se utilizan enrollados para esnifar, la gran mayoría contiene restos de cocaína.

En mi generación, siendo adolescentes a finales de los años 60, y durante los 70, alguno de nuestros ídolos del rock elogiaba las drogas en sus canciones. Eramos muy jóvenes e inexpertos en el tema de las drogas, y hacíamos mucho caso a nuestros venerados ídolos.

Recuerdo las tres versiones de Cocaine, interpretadas por Jimmy Hendrix, Eric Clapton y J.J. Cale; Cocaine in my brain (Cocaína en mi cerebro), de Dillinger; Brown Sugar (un derivado de la heroína), de los Rolling Stones; o Lucy in the Sky with Diamonds (las siglas del LSD) de los Beatles.

En 1978, tras organizar el "Funeral por el Mediterraneo", la gran fiesta de apertura de la discoteca Ku, de Ibiza (hoy Privilege), fui entrevistado por Sergio Makarof, que me dedicó cuatro páginas en el Interviu, del Grupo Z. En esa entrevista admití haber experimentado, a nivel casi sacramental, con todo tipo de drogas, durante mis años hippys. Pero también advertí que se avecinaba un consumo desmesurado, debido a que líderes de opinión de la juventud estaban poniendo la droga de moda. Mi profundo conocimiento de este tema dio paso a la publicación de mi primera novela "Réquiem por Peter Pan".

En España, la cocaína llegaría a la masa en los 90, para matar el buen feeling en el mundo de la noche, de las dos décadas anteriores, en las que no había tantas tensiones ni violencia. Por suerte la cocaína nunca me sentó bien. Me sobra energía, y lo que mi organismo necesita es relajación. De lo contrario, y debido a los ambientes que frecuento, yo sería otro pertinaz cocainómano.

Hoy día se tiene mucha información al respecto, y ya se conocen los estragos que hace la cocaína en la salud. A pesar de todo se consumen toneladas.

Recuerdo, en los años 70, cuando ejercía de periodista en Nueva York, que en algunas joyerías y tiendas underground vendían unas minúsculas cucharillas para esnifar. En una de sus canciones, los Beatles, mencionan una silver spoon (cucharilla de plata). Entonces la cocaína era tan pura, y para un público tan elitista, que se esnifaba en pequeñas dosis. No como ahora que, debido a que está muy cortada, se inhalan rayas gruesas y largas, y con mucha más frecuencia.

La cocaína es muy asequible. No se ha incrementado el precio del gramo desde hace años. Creo que es el único precio que no ha subido desde la llegada del euro. Se mantiene el precio, a la vez que baja la calidad, para así expandir el mercado. Lo que se ha conseguido con gran éxito. Y los consumidores no se percatan de que, raya tras raya, se van convirtiendo en adictos.

Creo que, respecto al tráfico y al consumo de esta destructiva droga, hay una enorme hipocresía y se hace mucho la vista gorda. Y hay un tema que nadie me ha sabido aclarar: ¿Qué se hace con la droga decomisada? ¿A dónde van a parar todas esas valiosísimas toneladas? He pasado muchos años en Ibiza y en Nueva York, y he conocido a algunos traficantes. Uno me dijo: "Me pescaron con 10 kilos, pero me juzgaron solo por 7. Y claro, no iba a levantar el dedo, como en el colegio, para decir Perdón Sr. Juez. No eran 7, sino 10 kilos".

Cuanto más dinero se invierte en publicidad contra las drogas, más permisividad hay con el consumo. Y son ejemplos de esta permisividad las escenas y diálogos de alguna serie televisiva, o los absurdos y malsanos horarios de la marcha de la noche, en que la gente se droga "para aguantar". Y tampoco me parece un buen ejemplo que, como premio por haber cogido infraganti a una topmodel esnifando cocaína, le lluevan contratos millonarios.

Hace un par de días veía sorprendido en la televisión, como unos conocidos presentadores de programas y unos comentaristas del cotilleo se echaban en cara, unos a otros frívolamente, que consumían cocaína. Como si hablasen de fumar tabaco.

En breve espacio de tiempo, la Sanidad Pública, que bastantes problemas tiene, carecerá del suficiente dinero para cubrir el gasto generado por las enfermedades coronarias, hepáticas, renales y cerebrales, producidas por la cocaína. Una droga cuyo excesivo consumo induce a una mayor ingesta de alcohol, al tabaquismo, a la violencia y a una euforia artficial, en muchas ocasiones, incontrolable.

En el IV Congreso Nacional de Ansiedad y Trastornos Comórbidos, celebrado recientemente en Barcelona, se alertó de la creciente ansiedad patológica en la sociedad, debida en gran parte al incremento del consumo de drogas, especialmente entre la juventud. Una juventud estafada y confundida, pues se le ha dejado "hacer a sus anchas", para tenerla contenta.

Los responsables de la lucha contra la droga, sean políticos de derechas o de izquierdas, deberían dimitir. No están haciendo muy bien su trabajo, pues cada vez hay más droga y más delitos generados por ella.
De seguir así, en los restaurantes de gastronomía creativa podrían ofrecer, para postre, alguna delicatessen, como: "Cereza caramelizada sobre un crujiente de rayas blancas".



Y para postre: "Cereza caramelizada sobre un crujiente de rayas blancas".

Fotos via Flickr: Drogadicta, espejo-andy14darock, Sergio Alberti.

martes, 26 de febrero de 2008

EL DEBATE RAJOY-RODRIGUEZ ZAPATERO

El debate entre Rajoy y Rodríguez Zapatero me recordó a las películas de Stan Laurel y Oliver Hardy.

El Gordo le metía el dedo en el ojo al Flaco, y éste respondía propinándole al Gordo una dolorosa patada en la espinilla. Entonces el Gordo pisoteaba el sombrero del Flaco, y éste le arrancaba al Gordo la corbata. Y así seguían incordiándose hasta el final de la película, para quedar en cómicas tablas.

Y hablando de corbatas. Rodríguez Zapatero, para captar indecisos de la derecha, eligió una corbata azul. Y Rajoy, para captar indecisos de la izquierda se la puso de color rojo.
Yo encuentro a faltar a un político equilibrado y de centro, con una corbata de rayas de los dos colores. Un político que gobierne para la mayoría de los españoles, y que no se desviva descalificando a contrincantes, pensando solo en ganar poder para su Partido.

El debate no fue para indecisos, sino más bien para convencidos de los dos bandos. Y, aunque ambos políticos se creen ganadores, desilusionaron con sus monólogos a los 13 millones de espectadores.
Como decía el poeta: “Venceréis, pero no convenceréis”.

En el debate escuchamos las mismas polémicas y descalificaciones de siempre, pero no escuchamos ideas y propuestas nuevas, ni soluciones, ni defensa de valores.

Y luego, después del debate, tuvimos que tragarnos, en distintas cadenas de televisión, las opiniones, nunca imparciales, de personas de marcadas ideologías de derechas e izquierdas, que no aportaron nada, dedicándose a insistir en que su candidato era el vencedor.

Yo no soy de ningún Partido político. Lo importante no es ser de derechas ni de izquierdas, lo que importa es la eficacia en la gestión, y la capacidad para poner solución a los problemas que realmente importan al contribuyente. Hay que trabajar más para el país, y menos para el Partido.
Por ejemplo: Maragall, del PSOE, fue un magnífico alcalde que mejoró mucho la ciudad de Barcelona. Y Rita Barberá, del PP, ha convertido la cutre ciudad de Valencia en una auténtica maravilla.

Visto lo visto: en lo económico, el español medio seguirá con el agua al cuello. Y seguirán igual la delincuencia, el terrorismo de ETA, la mala educación, la instalación de mafias varias en nuestro país, la violencia de género, la inmigración ilegal, el pasotismo de una juventud desmotivada y falta de valores, la vista gorda en el tema de la droga, las infraestructuras chapuceras, el problema de la vivienda, la destrucción del paisaje, etc.

Menos tirarse los trastos, menos bla, bla, bla, y más soluciones.

Foto via Flikcr: zergio.zorro

lunes, 25 de febrero de 2008

IMPARTÍ CLASE EN LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE CATALUÑA


El haber impartido una clase de Relaciones Públicas, en la Universidad Internacional de Cataluña, ha sido, para mí, una nueva y muy grata experiencia.

Estuve una hora de reloj sin parar de hablar, y pude apreciar, con agrado, el interés con el que se me escuchaba. Nada que ver con mi falta de atención, cuando yo asistía como alumno, a clase en la Facultad de Derecho de Barcelona.

Me matriculé por obligación paterna. Porque hace 42 años, nadie entendía lo que eran las Relaciones Públicas. Se pensaban que consistía en dar palique a la clientela en un bar de copas.

Pero, gracias al cielo, cometí la osadía de desertar en el tercer año de carrera, para empezar, desde lo más bajo, y convertirme muy tímidamente, en pionero de una nueva profesión que me gustaba, y de la que había oído hablar, vagamente, en los Estados Unidos, con el nombre de Public Relations.

Recuerdo el lejano día en que entré en un Pub para llamar por teléfono (los móviles no existían), y una mujer, pintada como una mona, y en actitud altiva, me dijo : "Hola. Soy la Púbis Relechons de este Paf". Ese día comprendí que mi profesión ya era algo normalizado en España.

Ahora existen grandes empresas de Relaciones Públicas, y Escuelas que imparten esta materia. Por lo que a nadie le parece rara esta respetable profesión.

Yo he sido un autodidacta. Pero he conseguido, tras una labor de muchos años, un reconocimiento que me ha llevado hasta las aulas de esta Universidad, y a colaborar con marcas y empresas de renombre internacinal.

Desde aquí agradezco el interés y los aplausos de aquellos que asistieron a mi primera clase. Francamente: no me lo esperaba.

jueves, 21 de febrero de 2008

48 INTENSAS HORAS EN MADRID

Moretto, broche joya de Nardi

Caixa Forum Madrid


Restaurante Ramses

En la Pasarela Cibeles con la Princesa Beatriz de Orleans



Desfile Miguel Marinero. Pasarela Cibeles

Pasé los días 14 y 15 de febrero en Madrid.

El motivo de mi viaje era una reunión de trabajo, para un tema del joyero veneciano Nardi, con Miriam Ungria, Princesa de Tirnovo (nuera de Simeón de Bulgaria) y Jacob Bendahan. Comimos en Ramses, el impactante restaurante de moda diseñado por Philippe Starck. Y seguidamente me fui a ARCO. Una visita obligada y siempre interesante, donde me dedico a fotografiar lo que más me gusta o me más choca.

A las 21 h. me invitaron al desfile de Miguel Marinero, en la Pasarela Cibeles. Debo decir que sus diseños en seda, inspirados en la India de los Marahas y con pieles teñidas en colores muy vivos, me gustó mucho.
Para hablar del espectacular Spa, que Dior inaugurará en breve en el Hotel Plaza Athénée de París, cliente mío, cené en Thaigardens con la princesa Beatriz de Orleáns. Y como “no hay dos sin tres princesas”, la Princesa Beatriz Von Hohenlohe se unió a nosotros para tomar café.

El día anterior visité el nuevo y enorme edificio de Caixa Forum, obra de los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron. Me impresionó el jardín verical (yo pensé que era de plástico). Luego comí con la fotógrafo Sylvia Polakov, que prepara un libro de retratos de personajes muy importantes, y tras un corto paseo por el Parque de El Retiro, fui al Museo Thyssen para ver la exposición de Modigliani que, sin quitarle mérito, debo decir que sus caras alargadas y lánguidas siempre me han aburrido.

Por la noche, visité el nuevo y original Hotel Hospes; asistí a un evento organizado por Sotheby’s; luego cené con el decorador Pascua Ortega, en Sua, restaurante que promociona Rafael Medina Abascal. Y de ahí fuimos a la marchosa fiesta de inauguración del Hotel Oscar, de la juvenil cadena hotelera de Quique Sarasola y Carlos Marrero, que reunieron a una variopinta mezcla de jóvenes guapos, periodistas, artistas y caras conocidas.

Como los galeristas y artistas que participan en Arco se reúnen, por las noches, en el Bar Cock, acabé allí mis intensas 48 horas en la capital.

De regreso en Barcelona, pensé que la vida social de mi querida ciudad, comparada con la intensa vida social de Madrid, es un pueblerino rollo macabeo.

Barcelona: ¡Quién te ha visto, y quién te ve! Suerte que en cuestión de urbanismo, arquitectura y playas, estamos mejor que Madrid. Algo es algo...




ARCO 2008

Fotos de Arco y Caixa Forum: Carlos Martorell
Fotos de Ramses: Matías Pérez Lleva.
Fotos Miguel Marinero: Ugo Camera

MEJORAR IBIZA


(Recomiendo ver el vídeo de 17 minutos, que edité en 2007, al final de este artículo, y dividido en 2 partes).
Si le dan 500 dólares a un indígena pobre, que vive en una cabaña hecha con las ramas de una palmera, a la luz de un candil, sin agua corriente, y que no conoce aún el plástico ni la basura, lo primero que hará, por falta de cultura, es poner uralita en el techo de su cabaña, iluminarla con un neón, y comprar botellas de agua de plástico, para no tener que ir nunca más al río con su artesanal recipiente de arcilla sobre la cabeza, para buscar agua.

Si mucho antes de recibir el dinero, el indígena hubiese recibido educación, pondría esa misma horrible uralita pero, para no destrozar la estética de su choza, la cubriría con palmas, iluminaría su vivienda con unas bombillas, y no tiraría al suelo, en la misma puerta de su vivienda, las botellas de plástico vacías, generando basura.
Gracias a la educación recibida, mejoraría su nivel de vida, y aprendería a no destrozar el sencillo encanto de lo autóctono.

Yo también viví, muchos años, en una casa payesa muy antigua, sin luz, ni agua, ni teléfono. Pero fue tal mi respeto por la arquitectura ibicenca, que yo, muy joven entonces y sin medios económicos, conseguí que aquella casa, tan auténtica e iluminada con luz de velas, apareciese en libros de arquitectura, revistas de decoración y programas de televisión.

Hoy día, esa casa, que admiraron incluso personajes de renombre internacional, ha sido remodelada y destrozada por su dueño, un encantador payés que está orgulloso de su atroz interiorismo. Y que, para colmo, ha convertido los viejos corrales en un bloque de apartamentos de tercera.

Ya nadie publicará una sola imagen de esa casa, como no sea para que sirva de ejemplo de lo que no hay que hacer. La casa, con varios siglos de antiguedad, valía una fortuna. Ahora no vale casi nada.

La fealdad de la gran mayoría de lo que se construye en la isla es impresionante. Por falta de un orden urbanístico y sensibilidad estética, casi todo parece un polígono industrial. Y muchas zonas costeras, que habían sido paisajes paradisíacos, están ahora invadidas por moles de cemento, que son un insulto al Mediterráneo.

En los años 60, el prestigioso arquitecto Ricardo Bofill, hizo su primera casa en Es Canar, y le gustaba tanto la arquitectura ibicenca, que estuvo a punto de instalar su estudio en Ibiza. En una ocasión me dijo textualmente: “Han convertido la ciudad de Ibiza en un suburbio tercermundista”.

Al propio Presidente del Consell de Ibiza y Formentera se le escuchó decir un día:
“A Ibiza ha llegado antes el dinero que la cultura”.

¡Y que lo diga Ud., Sr. Presidente! Cuando yo me instalé en Ibiza, a principio de los años 60, la isla era muy pobre, pero la belleza de su arquitectura cubista, la tranquilidad de sus playas vírgenes, y la hermosura de su campo, tan naïf, eran una maravilla. Un paraíso a tan solo media hora de vuelo de la península.

Si en Ibiza se hubiese invertido a la vez en cultura, se hubiesen hecho las cosas con más respeto por la naturaleza, y por la idiosincracia de la isla, se hubiese podido ganar mucho más dinero, sin estropear el paisaje.

Hace unos días vi la errónea remodelación de la calle principal de Santa Gertrudis. Otro pueblo ibicenco que perderá su encanto, por no dejarlo como estaba. Hoy día, Quevedo, tendría que actualizar su famosa frase, que diría: "Poderoso caballero es Don Cemento".

Yo recuerdo a las ibicencas trabajando los campos, vestidas con sus faldas largas, y con sus cabellos recogidos en una trenza. Y recuerdo también a los hombres desplazandose en unas Mobilette destartaladas.
Hoy les veo conducir lujosos todoterrenos y coches carísimos. Y ya no viven en sus señoriales casas payesas. Las vendieron para construir unos edificios de una fealdad impresionante.

Me congratula que un pueblo pobre se enriquezca, pero me enfada que, por falta de cultura, como dice su Presidente, los ibicencos no hayan sabido emplear con buen gusto su dinero. A unas personas que no tenían ni lo más indispensable para la higiene en sus viviendas, que lindaban con los corrales de los animales, cualquier edificio de varias plantas con un ascensor les parece el Palacio de Versalles.

Por eso Ibiza, tan llena de posibilidades, muere en invierno, y solo resucita con el sol del verano, para disfrute de bañistas y discotequeros, con marcha infinita, vomitera y colocón.

Los que de verdad amamos a Ibiza, y nos empadronamos en ella sin el más mínimo ánimo de lucro, tenemos todo el derecho al pataleo, aunque no sirva para nada.

Lo que hizo la Naturaleza era una maravilla, pero lo que el hombre construyó encima es un verdadero desastre. Por ello recomiendo ver el video: “Ibiza. Encanto y Desencanto”, que acabé de rodar en el año 2007. Lo hice, con el mejor proposito, para el Presidente del Consell y la Alcaldesa de Ibiza.

Lamentablemente no obtuve ni el acuso de recibo.




VIRGIN GALACTIC

Space Ship Two

Ana Bru y Carlos Martorell

Ramón Segarra, Ana Bru, David Clark y Stephen Attenborough

Ana Bru en el Gyrolab

Sir Richard Branson y Ana Bru

Ana Bru, copropietaria con su esposo de la agencia de viajes exclusivos Bru&Bru, asistió, como todos los años, a la Feria de Agencias de Viajes, que tiene lugar en Cannes.

Allí consiguió, muy hábilmente, que Sir Richard Branson la nombrase Agente Espacial Acreditado de Virgin Galactic, para España. Además, Ana será la primera mujer española en viajar al espacio suborbital. Porque Ana Bru, que es una gran profesional, no vende ningún producto que no haya probado antes.

Para dar a conocer la buena noticia, unos meses más tarde, organicé un evento en Barcelona, invitando a unas trescientas personas, entre clientes de Bru&Bru y medios de comunicación.

Recientemente, Ana Bru y su esposo Ramón Segarra, tuvieron que viajar hasta el Centro de Entrenamiento Espacial NASTAR, a las afueras de Filadelfia, para someterse a la primera prueba para comprobar, en su anatomía, los efectos de la fuerza de la gravedad.

Ana, que iba ataviada con un mono espacial con la divisa: “Future astronaut”, se santiguó antes del entrar en el simulador, llamado Gyrolab. Un artefacto conocido como “the spinner” (la centrifugadora), donde experimentó, durante pocos minutos, alguna de las sensaciones que vivirá en 2009, cuando viaje al espacio a bordo de la nave Space Ship Two, cuyo interior ha diseñado Philippe Starck.

En el ascenso, fue sometida a una presión de gravedad 3’3 veces superior a la de la Tierra, que aplastó su pecho y sus mejillas. Tras este ascenso simulado, los motores de la nave se apagaron. Y Ana pudo experimentar la paz y el sosiego de la ingravidez, o Zero G.

Al poco rato la nave realizó su reentrada en la atmósfera terrestre, cayendo casi en picado. Ana comentaría luego: "En ese momento descubres dónde está tu estómago".

Cuando salió del Gyrolab, su sonriente cara reflejaba una felicidad que rozaba el éxtasis. En la sala de control recibió los aplausos de un grupo formado por agentes espaciales, otros clientes de Virgin Galactic, y periodistas, que asistían en directo al espectáculo.
¡Prueba superada!

Después le tocó el turno a su marido, Ramón Segarra, que también viajará al espacio suborbital, cuyo precio, por persona, asciende también vertiginosamente, a la cantidad de doscientos mil dólares.

La semana previa al vuelo, en las instalaciones sitas en Mojave, Nuevo México, Ana y Ramón completarán su preparación, que consistirá en realizar pruebas físicas, análisis médicos, emular las cabriolas en ingravidez, y dar el toque final a sus atuendos de astronautas.

Ana tiene la plaza 142, y su esposo Ramón la 147, para ver la Tierra a 110 kilómetros de altitud.

Luego asistieron a la fiesta galáctica, ofrecida por Sir Richard Branson, en el Museo de Historia Natural de Nueva York, donde sonaban el Space Oddity, de David Bowie, y el Rocket Man, de Elton John.

Fotos: Masats (evento en Barcelona)

Fotos NASTAR

miércoles, 13 de febrero de 2008

BRAVO SR. ALCALDE


Bravo Sr. Hereu, Alcalde de Barcelona, por el Bicing, es novedoso sistema de transporte público sobre dos ruedas, al que me apunté al poco de estar operativo.

El pasado domingo, pedalée sobre una bicicleta del Bicing, desde la Plaza Françesc Maciá, hasta las playas de la Barceloneta, bajando por el Paralelo.

El cielo estaba limpio. No había una sola nube. Eran las seis de la tarde, y los edificios, y la superficie del mar estaban teñidos por una mágica luz dorada.

Y me enamoré una vez más de la ciudad de Barcelona.
Foto: www.bicing.com

lunes, 4 de febrero de 2008

REALMENTE AVERGONZADO








Julio de 1973. La Guardia Civíl tenía la orden de detener a los nudistas que disfrutábamos de las playas, entonces vírgenes y desprovistas de ruidosos chiringuitos, hamacas y sombrillas, en la maravillosa isla de Ibiza.

Yo pasé mucha vergüenza hasta que me acostumbré a tomar el sol y bañarme totalmente desnudo, entre aquellos desinhibidos hippys.

Mi vehículo, entonces, era un caballo llamado Nínive. Me encantaba pasear por las playas de Las Salinas y de Es Cavallet, a pelo sobre el lomo de mi caballo (y cuando digo “a pelo”, me refiero también a mí).

Para proteger mis partes nobles, poder tomar el sol prácticamente desnudo y, de paso, evitar ser detenido por la Guardia Civil, una amiga mía, llamada Jana, me confeccionó una especie de taparrabos de ante, a lo Tarzán. Y esa minúscula prenda, que consistía en dos triángulos sujetos por un fino cordón, tuvo tanto éxito que, en pocas semanas, las playas se llenaron de tangas.

Durante los años 70, en Ibiza, no tuve más traje de baño que unas cuantas tangas de distintos colores y tejidos, como ocurría al resto de mis conocidos.

Los trajes de baño no eran las únicas cosas que escaseaban en la isla en aquellos irrepetibles tiempos. Era rarísimo ver grandes yates y barcos de recreo como se ven ahora, abarrotando puertos, calas y playas.

En Ibiza, también vivía por entonces Meralda Caracciolo. Una simpática y alocada aristócrata italiana, con un buen pedigrí. Meralda era sobrina del director de cine Luchino Visconti, prima de Marella Agnelli, y perteneciente a la familia principesca de Castagneto.

Meralda me dijo un día que estaba invitada a salir en el barco de unos amigos, para ir a Formentera. Me propuso que la acompañase y acepté encantado. Pues tal como ya he dicho, no ocurría con frecuencia, en aquellos años, salir a navegar en embarcaciones privadas.
A la 1 de la tarde, con la puntualidad que me caracteriza, me encontré en el puerto con Meralda Caracciolo. Allí, una pequeña embarcación nos esperaba. La conducía un hombre vestido de blanco, que esbozó una gran sonrisa y, sin decirnos ni media palabra, puso rumbo hacia Formentera.
Yo pensé que nuestro anfitrión era un poco raro, pero como la isla estaba llena de gente excéntrica o chiflada, no me sorprendió.

Extendí mi toalla y me puse a tomar el sol encantado, con mi tanga de Tarzán. Y cuando ya faltaba muy poco para llegar a Formentera, divisé una inmensa nave. De entrada creí que era un buque de la compañía Transmediterránea. Luego, en broma y para romper el silencio, exclamé: ¡Mirad, el Titanic!

El hombre de blanco me miró con condescendencia y sonrió. Meralda, no me hizo ni caso, se había fumado un porro y parecía ausente mirando las nubes.

Al poco rato y, para mi sorpresa, llegamos junto a la enorme embarcación. Su nombre era: Marala.

El hombre de blanco resultó no ser nuestro anfitrión. Era un simple marinero perteneciente a la numerosa tripulación del Marala. Y la pequeña embarcación era un tender de esa inmensa nave, de más de 60 metros de eslora.
-Ya pueden subir a bordo-. Nos dijo, en italiano, el marinero. Les están esperando para comer. No se preocupen. Yo me ocupo de las toallas.

Yo no sabía dónde estaba. Era tal mi confusión, que olvidé por completo que mi único atuendo era un tanga. Pero muy pronto me percaté del ridículo que estaba haciendo.

Más de una vez había soñado que me encontraba en plena calle, totalmente desnudo, y rodeado de gente. Y me despertaba sobresaltado por la angustia. Pero, en aquella, ocasión me sentí mucho peor cuando Meralda Caracciolo comenzó a presentarme a nuestros verdaderos anfitrones: S.A.R la Princesa Mª Gabriella de Saboya y su esposo Robert de Balkany, y a sus egregios invitados: SS.AA.RR los Reyes Simeón y Margarita de Bulgaria, y, si mal no recuerdo, S.A.I el Archiduque Ferdinand de Habsburgo.
¡¡¡Y yo en tanga!!!
Nobleza obliga. Las testas coronadas se comportaron conmigo como si yo fuese de smoking, haciéndome sentir como en casa.

Al poco rato, había waitting list para fotografiarse conmigo, como si yo fuese el nativo de una isla exótica. Si esto me ocurriese hoy día, yo creo que me lanzaría por la borda, tras tragarme el tanga..
Por la noche, y como si nos conociésemos de toda la vida, llevé al señorial grupo a Pacha, recién inaugurado aquel año 1973. Y regalé a todos las camisetas con las famosas cerezas.
Recuerdo a la Reina Margarita de Bulgaria, bailando sin parar y con mucho ritmo, en el centro de la pista. Hoy día, con tanto paparazzi, eso sería impensable.
Han pasado muchos años, y recuerdo esta anécdota con gran cariño. Desde entonces mantengo con la Princesa Mª Gabriella, una mujer extraordinaria, culta, simpática y divertida, y que estuvo a punto de convertirse en Reina de España, una profunda y verdadera amistad.

Yo conservo en formol el tanga, por si un día el Gobierno Balear decide dedicar un museo, en homenaje a los hippys de Ibiza, y lo exhiben en una vitrina.

Foto: Benoit Donne, Carlos Martorell.

UNA BAJADA DE PANTALONES


Estaba invitado a una cena en casa de Diana Vreeland, la que fue directora del Costume Institute del Museo Metropolitano de Nueva York. Mientras estaba contemplando el gravado de un gato cuando, a mi espalda, escuché una voz mortecina que me susurró:
-Tú que crees… ¿Es un macho o una hembra?
La pregunta me pareció absurda. Me di la vuelta y me encontré frente a una cara lívida, enfermiza, cubierta por un cutis estropeado, con una expresión tímida, y bajo una peluca blanca, despeinada y mal colocada.

Era Andy Warhol, seguido de sus inseparables Bob Colacello (Redactor del Andy Warhol’s Interview), Fred Hugues (Productor de la Factory), y los bellos gemelos Jed y Jay Johnson. El primero era el amigo de Warhol, y su hermano Jay, era un jovencito decadente, que estaba casi siempre colocado.

En las “cortes” de las celebridades siempre hay muchos celosos. Por esa razón, Jay Johnson, interrumpió mi encuentro con Andy, formulándome una estúpida pregunta, en un tono lánguido y afeminado:
-¿Es grande tu sexo?
-Un poco más grande que tu cerebro- contesté tajante al joven, que se dirigía a mí sin conocerme de nada.
Andy esbozó una tímida sonrisa. Le había hecho gracia mi respuesta. Al finalizar la cena me citó para almorzar en Max’ Kansas City, un local underground y un tanto cutre, que entonces estaba muy de moda. Andy solía garabatear sobre los manteles individuales de papel de los cafés y restaurantes. Yo fui tan tonto que nunca me llevé uno.

Su deteriorado físico y su precaria salud se debían a los tiros que le había disparado, a boja jarro, Valery Solanas, una joven lesbiana, prostituta y sin techo, que solía rondar por La Factory, y que responsabilizó a Andy por haber sido ridiculizada en un importante programa de televisión, en el que presentó su “Scum Manifesto”, un texto demoledor contra el macho y en pro de su castración.

Saliendo de Max’s Kansas City, Andy me enseñó La Factory, y me sugirió que pasara por allí cuando quisiese.

Y así lo hice. Y tuve el privilegio de coincidir con todo tipo de seres extravagantes y vanguardistas, junto a personajes como Truman Capote, Basquiat, Liza Minelli, Bianca Jagger, Paloma Picasso, Divine, Liz Taylor, y también músicos, aristócratas y políticos. Yo tengo una gran colección de diapositivas con imágenes de muchas de estas personalidades.


No solo entraba y salía a menudo de la Factory, sino que Warhol me permitió también fotografiar sus cuadros, mucho antes de que fueran expuestos en galerías, como la Leo Castelli, en Soho, donde se vendió el primer cuadro con la famosa lata de sopa de tomate Campbell’s, lamentablemente convertida hoy día, en España, en imagen de un programa de cotilleo de la televisión. La última lata Campbell’s se ha vendido por la friolera de 8’5 millones de dólares.


Yo creo que Andy no tenía ni idea de dónde estaba Barcelona, y por eso me dejaba fotografiar todo su trabajo en primicia. Yo enviaba las fotos al periódico La Vanguardia y a la revista La Gaceta Ilustrada, también del Conde de Godó.
Fotografié los retratos de Farha Diva, Dianne Von Fürstenberg, y Mao Tse Tung, entre otros, y entre mis favoritos: la colección de cuadros de zapatos de tacón, porque estaban pintados con óleo mezclado con polvo de diamantes.

Como en aquellos años, en España, nadie sabía quién era Warhol, por mis fotos, entrevistas y textos me daban cuatro duros. Pero, sorprendentemente se publicaban. Con mis diapositivas de Nueva York llegué incluso a hacer alguna contraportada de La vanguardia, y a todo color.

En una ocasión, no hay que olvidar que estábamos en tiempos de Franco, La Gaceta Ilustrada publicó mis fotos de la exposición “Hoces y Martillos”. Y al Presidente de ese grupo editorial le llegó una carta, en la que el Ministerio de Información y Turismo manifestaba su indignación.


Aún conservo las cassettes con las entrevistas que le hice a Andy. Tarea harto difícil, pues contestaba con monosílabos, o me respondía con un: “¿Y tú que piensas?” Como si yo fuese el entrevistado. Pero no sólo era parco en el habla. En 1977, me dedicó su libro “Filosofía de Andy Warhol”, y cuál fue mi sorpresa cuando al leer la dedicatoria vi que tan solo había firmado una “A”.

Una noche coincidimos en una cena de gala. Eran obligatorios el traje largo y el smoking. A la cena asistía, también, la madre del entonces Presidente Jimmy Carter. A Lillian Carter, mujer tímida, insegura y poco agraciada (pues se parecía a Copito de Nieve) la sentaron entre Andy y el famoso diseñador Halston.

Lillian Carter no supo qué cara poner cuando del techo, y sobre el escenario, vio bajar una enorme luna, en cuarto creciente, llorando lágrimas hechas con luz. Seguidamente, se acercaba a la nariz de la luna una inmensa cuchara cargada con cocaína (hecha con pequeñas bombillas).La luna esnifaba esas luces, que simulaban cocaína, e in mediatamente la luna se ponía a sonreír. El show de la luna era uno de los más famosos decorados móviles de Studio 54.


Per ese no fue el único mal trago de la noche para la madre del Presidente. Al poco rato, vi como Warhol se levantaba de la mesa y, ante el estupor de la Señora Carter, y de sus agentes de seguridad, Andy empezó a bajarse los pantalones.
¡No podía creer lo que veían mis ojos! Afortunadamente, bajo el pantalón de su smoking, Andy llevaba sus inseparables vaqueros Levy Strauss. Finalmente resultó ser otra de sus escandalosas excentricidades.

Cuando, para celebrar la reapertura y redecoración de Loewe, en el Paseo de Gracia, organicé un evento con un espectacular desfile. Warhol me envió a Bob Colacello, que publicó, en Interview cuatro páginas de la inauguración. Entonces Loewe solo hacía cuero, pero para aquella ocasión se hicieron unos trajes largos, y yo diseñé todos los sombreros para el desfile, en el que las modelos llevaban cachorros de tigre vivos en sus brazos.

Un mes más tarde, aparecí fotografiado en el Interview, apoyado en el enorme mamut de piedra del Parque de la Ciudadela. Y cómo los americanos tienen un ramalazo infantil, y yo no era nada importante, en la foto, el mamut se ve enorme y yo diminuto. Para compensar, y como Loewe abría tienda en el Trump Tower, publiqué una foto en la que Warhol y yo estamos sentados delante de dos cuadros del famoso rascacielos.

Volvimos a vernos por última vez en Madrid, en una concurrida cena en el Palacio March.

Cuando Andrew Warhola, así se llamaba Andy Warhol, falleció en 1989, publiqué una esquela con unos 40 nombres de las personas y personajes que más relevancia habían tenido, en su creativa y corta vida de 59 años.

Fotos Flickr: Nahh, Sperterrific, Quiplash y Carlos Martorell.

LA FÁBULA DEL VIEJO ZORRO Y LA JOVEN MARMOTA

Mi amigo el arquitecto Oscar Tusquets me llevó un día a la casa de Salvador Dalí, en Port Lligat, y me presentó al genio y a Gala. El año anterior, 1967, Dalí había diseñado la invitación a la Cena de Gala del VI Congreso de Angiología, presidido por mi padre. Esa fue mi tarjeta de presentación. Los cuatro puntos cardinales hoteleros de Dalí eran: El Meurice, en París; el Saint Regis, en Nueva York; el Palace, en Madrid, y el Ritz, en Barcelona. Y fue en este último hotel donde tuve mi segundo encuentro con el célebre pintor. Además de encantarme su pintura, Salvador Dalí y sus desbordantes excentricidades me fascinaban. Cuando yo vivía en Ibiza, y pasaba unos tres días en Barcelona para visitar a mi familia, me instalaba en el Ritz. El, entonces Presidente, Antonio Parés, generoso amigo y conocedor de mi precaria economía, me hacía pagar el simbólico precio de 1.000 pesetas por noche. ¡Todo un chollo! Mientras pedía mi llave a Pascual, mi conserje favorito, vi con asombro pasar un caballo blanco, al que hicieron subir a regañadientes, por la escalinata alfombrada, para llevarlo a la Suite Real, donde estaban instalados Gala y Dalí. El caballo, asustado, dejó un apestoso y voluminoso regalo delante de la puerta de la Suite. Cada tarde, en el Ritz, se reunía un grupo de amigos y personalidades de distintos ámbitos, y tuve la suerte de que Antonio Parés me invitase a entrar con él en la Suite Real.
Fue el premio por haber hecho el ridículo, dos días antes, cuando llegó al Ritz Sofía Loren, y Parés me pidió que subiese al escenario, instalado en el Salón Lauria, que estaba abarrotado de periodistas e invitados, para que, en su nombre, hiciese entrega a Sofía Loren de un ramo de rosas. Yo le dije: “Seamos más originales. Sofia Loren ha protagonizado una película titulada “Mortadela”, en la que le prohibían entrar en América con una enorme mortadela de casi 3 kilos. En vez de las rosas, me gustaría entregarle una de esas mortadelas, que parecen un obús”. Antonio Parés aceptó con cierto recelo. Cuando subí al estrado con aquella mortadela XXL, dos agentes de seguridad se abalanzaron sobre mí, pensando que era un artefacto explosivo. Por suerte, acompañando a la Loren, estaba su vecina de piso en París, Paty Arquer, entonces casada con el Principe Fernando de Baviera. Paty había estudiado de niña conmigo en el colegio mixto Luis Vives, y acudió en mi ayuda. Así pude hacer entrega del enorme embutido.
Nadie entendió la broma, pero Sofia Loren estuvo encantada y se rió mucho. En mis books de prensa conservo un recorte con la noticia, junto a otro pequeño reportaje, de aquella misma noche, en que fuimos a Boccaccio con la cantante Fraçoise Hardy y Mercedes Olavarria. Dalí estuvo todo el rato jugando con el nervioso ocelote de su secretario Peter Moore, conocido como “El capitán”.
En Nueva York acudí, acompañado por Amanda Lear, musa del pintor, y Carmen D’Alessio, relaciones públicas de la discoteca Studio 54, a un original happening que Dalí había institucionalizado, todos los domingos, a las 5 de la tarde, en un salón del Hotel Saint Regis. Dalí se sentaba en un trono, como un emperador al que había que distraer. Unos candelabros alumbraban sugerentemente la sala, en la que actuó un grupo de ballet erótico-moderno, en el límite del porno.
Recuerdo que Gala, al entrar en la oscuridad de la sala, fue deslumbrada por el fogonazo de un flash de un fotógrafo de Paris Match, y le propinó, en la cabeza, un tremendo porrazo, con el pesado mango de oro del célebre bastón que perteneció a la actriz Sarah Bernard. Unos días más tarde, en el Saint Regis, entrevisté para La Gaceta Ilustrada, a Amanda Lear, a quien fotografié con un abrigo de marmotas, que me había comprado en los carísimos almacenes Saks Fifth Avenue, de Nueva York, gracias al enorme descuento que me hizo mi amigo Fernando Sánchez, diseñador de la entonces más prestigiosa marca de peletería del mundo: Revillon.
Yo estaba enamorado de mi abrigo. Un capricho tonto de joven presumido. Y Dalí me hizo grandes elogios de aquella prenda.
Poco a poco, Dalí y Gala se iban familiarizando con una cara a la que no ponían nombre. En Madrid, en el salón oval de su suite del Palace, asistí a una reunión en la que estaban presentes, sentados en corro, el productor teatral Colsada, la vedette Tania Doris, el Duque de Cádiz, , la fotógrafo Sylvia Polakov, y Sabater, su nuevo secretario, entre otros que ya no recuerdo. Era, como siempre, un grupo variopinto. Yo estaba sentado a la izquierda de Gala, a quien Dalí, sentado en el polo opuesto del círculo, no quitó ojo en todo momento. Las únicas palabras, en francés, que Gala me dirigió en toda la tarde, con un sensual retintín, fueron: “Creo que por su casa de Ibiza pasa una gente muy atractiva…” Me sorprendió que supiese que yo vivía en la isla. En Paris, pasé un mes para echar una mano al arquitecto Ricardo Bofill, que estaba instalando un estudio para intentar vender, al Gobierno de Giscard D’Estaing, el importante proyecto “La Ciudad en el Espacio”, tras haber sido rechazado por el Gobierno de Franco. Finalmente, Ricardo consiguió llevar a cabo su importante proyecto, en la localidad de Cergi Pontoise. Aquel año, a Salvador Dalí le correspondió la creativa tarea de diseñar un número especial de la revista Vogue, Francia.
Antes de la presentación de la revista, que tuvo lugar en Maxim’s, unas cuantas personas nos reunimos con Dalí, en su suite del Hotel Meurice. Llegué con demasiada puntualidad, acompañado por Loulou de la Falaisse, brazo derecho de Yves Saint Laurent. Un barbero le estaba poniendo tieso el bigote, mientras un panadero exiliado daba un último toque a unos muebles espectaculares, con formas daliniánas, que había realizado en pan, para el pintor. Hacía mucho frío y yo llevaba puesto mi abrigo de marmotas. Me sorprendió que Dalí me ayudase a quitarme el abrigo, como se hace con una señora. No lo dejó sobre el banco del hall de entrada, y me extrañó el hecho de que lo colgase en el armario de su habitación, algo que pude ver gracias a un juego de espejos. Pero no le di importancia. Cuando llegó el momento de ir a Maxim’s, mi abrigo no aparecía. Y al pedírselo a Dalí, puso cara de no saber de qué le estaba hablando. Insistí y le recordé que lo había colgado en su armario. Dalí era un apasionado de las pieles. Tenía muchos abrigos de pieles. Incluso en la foto que se publicó días antes de su fallecimiento, llevaba puesto un gorro de armiño. Tras mi insistencia, entró en su habitación, y regresó con un viejo abrigo de zorros, que estaba hecho unos zorros (valgan la redundancia y la cara dura). Dalí pensaba, seguramente: “Este jovencito no va a protestar al genial Saaaaaalvador Dalí, y le voy a dar el cambiazo”. Pero no lo consiguió. Tras descolgar de la percha personalmente mi abrigo de marmotas, y devolver a Dalí sus viejos zorros, salí de la suite, y observé que su engominado y famoso bigote perdía rigidez. El genio estuvo a punto de necesitar de nuevo al barbero. Moraleja: Aunque el zorro sea muy listo y muy viejo A la joven marmota no le birlará el pellejo.
Fotos Flickr: Mr History, jkazius

sábado, 2 de febrero de 2008

AQUÍ HAY CEREBRO


Luto en el mundo del cotilleo canalla:

TV5 ha suprimido, fulminantemente, el programa que llevaba el nombre del fruto de una planta herbácea, de la familia de las Solanáceas.
Y la gente quiere saber el motivo exacto de este cese, y quién ha tenido el poder para forzar a Paolo Vasile, máximo responsable de TV5, a tomar una medida tan drástica con un programa de tanta audiencia. Y que no nos cuenten cuentos. El cese de "Aquí hay tomate" recuerda mucho al cese del programa de Pepe Navarro.

¿Desaparecerá realmente de nuestras pantallas ese peculiar y agresivo estilo de cautivar al sector más ávido de escándalo, de la audiencia española?

¿O, en breve, famosos, famosetes y famosillos serán de nuevo asediados, espiados y vilipendiados, en otro programa del “corazón”, camuflado bajo el nombre, por ejemplo de: “Allí hay Berenjena”?

Se ha hablado tanto de este tema, y en tantos medios que, ayer noche, soñé que TV5 presentaba, en sustitución del programa que tan frívolamente ha usado la imagen de la lata de sopa Campbell, de Andy Warhol, un nuevo programa titulado:
“Aquí hay Cerebro”.

De repente, mi sueño se convirtió en una horrible pesadilla, porque al flamante presentador de “Aquí hay Cerebro” le estallaba la cabeza, en directo, al enterarse de que su programa cultural no superaba el cero, en los índices de audiencia.

Y es que Spain is different (pero always the same…)
¡¡¡Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte!!!
Fotos via Flickr : ; Funadium; Villains, Debbi in California.