domingo, 16 de diciembre de 2007

FUI A LAS ISLAS SEYCHELLES. UN PARAISO TERRENAL

En diciembre del 2007, pasé unos días en las islas Seychelles. Viajé allí para hacer el estilismo de unas fotos para un catálogo de la agencia Bru & Bru. 
Como me dijeron que yo estaba invitado a todo, y que podía ir acompañado, invité a Rossetta Montenegro, que era relaciones públicas de Pacha.
Las fotos se hicieron en el exclusivo y exquisito Maia Luxury Resort, en la isla Mahé, una de las ciento quince islas de este archipiélago del Océano Indico.
Abel Echeverria y su hermano Aitor fueron los fotógrafos.
Recibimos un trato fantástico del director francés Frederic Vidal que, nos instaló, sorprendentemente, en dos villas de lujo, de 250 metros cuadrados. Y nos llevó en su barco a otras islas y a cenar a su casa. 
Las treinta villas de Maia están rodeadas por una exuberante vegetación, llena de flores aromáticas, y con vistas panorámicas sobre blancas playas.
A cada villa, que dispone de piscina privada, se le destina un mayordomo, que se dedica al cliente durante las veinticuatro horas del día. El servicio es impecable. El precio por noche y por persona, entonces, era superior a los 3.000 dólares.
En las Seychelles el agua es cristalina, de color turquesa, y puedes bañarte incluso por la noche o bajo la lluvia. La temperatura es ideal. 
A dos metros de la orilla pueden verse enormes tortugas y peces, de todos los colores y formas, nadando sobre arrecifes de coral. 
Recuerdo que un día, buceándo, me agarré al caparazón de una de esas tortugas gigantes, y me arrastró durante diez minutos. 
Nos encantó nadar en esas aguas cristalinas, sin nada de polución. Y, un día, Rossetta y yo pasamos tres horas seguidas sin salir del agua
Pusieron a nuestra disposición un coche con chofer para llevarnos a las playas.
Los mayordomos nos traían cada día frutas y botellas a las villas.  Y disponíamos, también, de uno de esos vehículos eléctricos de campos de golf, con otro chofer, para llevarnos a la piscina o a los restaurantes.  
En este Resort se disfruta de una tranquilidad, una privacidad y un silencio, solo roto por el canto, los gorjeos y los graznidos de aves exóticas. Maia es el sitio ideal para los viajes de novios. 
Además de los estilismos que hice para algunas fotos, nos hicieron posar como modelos en varios sitios.
Maia es salud, para el cuerpo y para la mente. Su Spa es un refugio paradisíaco diseñado para renovar energías.
Nos hicieron varios masajes, uno a cuatro manos, y tratamientos de belleza, llevados acabo por verdaderos profesionales, en su mayoría asiáticos, que tienen una sensibilidad muy especial.
Cada tarde, el mayordomo, a mi servicio, echaba pétalos de flores en mi gran bañera exterior, y encendía muchas velas. 
 Y yo me surmegía para ver las magníficas puestas de sol.
Nos gustó mucho visitar el Jardín Botánico.
Los restaurantes
de Maia ofrecen una variada gastronomía, que va de la francesa contemporánea, a la mediterránea, la criolla y la asiática. 
La materia prima es fresquísima, y especialmente el pescado y el marisco. Visitamos el mercado y, allí, hice varias fotos de productos.
Y fue maravilloso cenar a la luz de las velas, junto a la orilla del mar.
Después de pasar una impresionante semana en
ese maravilloso paraíso terrenal, regresé a España con las pilas muy recargadas.  Muchísimas gracias. MAIA, I love you!!!

Fotos: Abel Echeverria, Immersive Images y Carlos Martorell.

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